Rio+20 no puede ser una oportunidad perdida

La Junta Nacional

Pasados 20 años de la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Medio Ambiente y Desenvolvimiento (Río, 92), en Rio de Janeiro, una cupula más de las Naciones Unidas se reúne para abordar el tema de la cuestión ambiental: Rio+20. Mientras tanto, no hay mucho que celebrar. Los compromisos asumidos en la Agenda 21, fijada en 1992, aun están por ser cumplidos. Varios elementos diagnosticados se han agravado. La superación de la crisis financiem, que se inició en el 2008 en los Estados Unidos, ha sido el foco de las políticas de los países centrales del capitalismo, sin una propuesta de cambio de sus patrones actuales de consumo, y en las cuales las conquistas sociales de las clases trabajadoras han sido ocultadas.

La crisis ambiental contemporánea está caracterizada por el uso sin precedentes de los recursos naturales, asociado a la degradación de los ecosistemas, a la dramática reducción de la biodiversidad, así como a la generación y a la intensificación de los riesgos ambientales, en particular los llamados riesgos ecológicos globales. Entre estos, se destacan los riesgos relativos a la destrucción de la capa de Ozono, la polución química transfronteriza y a los cambios climáticos globales consecuentes de los gases del efecto invernadero liberados por la combustión de carbón y derivados del petróleo. La concentración de poder económico y político de las transnacionales y de los países en los cuales son sede, en tiempos de la libre circulación del capital industrial y financiero, trae nuevas dimensiones para las desigualdades, las precariedades y la exclusión socio-espacial que afectan a los trabajadores del campo y de las ciudades. En esa perspectiva, la crisis ambiental necesita ser analizada en su dimensión social y política.

Delante de la dimensión ampliada de salud y de su determinación social y económica, el movimiento de la reforma sanitaria y las entidades de la sociedad civil que actúan en defensa de la salud no pueden escapar de la responsabilidad de sumar fuerzas a la causa ambientalista. Es éticamente inadmisible que el modo capitalista de producción continúe explotando a los trabajadores y a la sociedad, exponiéndolos a riesgos y danos a la salud y resultando en muertes prematuras e injustas. Se profundiza la explotación de las clases trabajadoras, restando de las arcas públicas, cargando con los costos de tratamiento de las personas victimizadas por la explotación predatoria de recursos naturales y de su fuerza de trabajo, mientras el lucro es apropiado por pocos y cada vez más concentrado por los agentes del capital financiero globalizado, apoyados por los Estados Nationales a los cuales están asociados.

Es preciso que una nueva ética global oriente fuertemente la aplicación de los principios de prevención, de precaución y de solidaridad entre todos los pueblos y entre las generaciones del presente y del futuro. Mientras tanto, para que se pueda apuntar correctamente a la dirección a ser seguida en Rio+20, es preciso reconocer que una ética global, local o cualquier otro espectro general, simplemente no será posible mientras la ciudadanía esté reducida a la dimensión de los patrones de consumo orientado hacia los deseos de las clases ricas.

Nuestro planeta ya no soporta más las necesidades de producción de la población humana: en un año se consume la capacidad de produeción de un planeta Tierra y medio; y antes de la mitad de éste siglo, si se mantienen los patrones de consumo actuales, necesitaremos nada menos que cinco planetas más. Se trata de una situación claramente insustentable y urgente; es necesario cambiar los patrones de consumo actuales.

Mientras tanto, es sintomático observar que los dos temas principales de Rio+20, aunque reflejan en el área ambiental la tónica de los discursos de los países ricos y de los países en desarrollo, no constituyen un binomio que resulte en una perfecta articulación entre los temas. En Economía Verde en el Contexto de Desenvolvimiento Sustentable y la Erradicación de la Pobreza, se percibe desde el inicio, que hay apenas el indicio de una posible transición para una 'economía verde', supuestamente más amigable para el planeta, a manera a reducir su ritmo de agotamiento; pero que simplemente nunca interrumpe el proceso de agotamiento de los recursos naturales o que sean implementadas políticas para, en alguna medida, revertirlo. Lejos de afirmar el importuno de la búsqueda de nuevos medios de produeción más ambientalmente amigables, es preciso, y extremadamente necesario, reafirmar que tal búsqueda, por más exitosa que pueda ser, aun será insuficiente. De un lado porque los patrones de consumo de los países centrales, en particular de sus élites y de las élites de los países en desarrollo, son todavia muy altos; del otro lado, porque aún queda - no apenas para los países en desarrollo, sino para toda la humanidad - el deber ético de implementar políticas que permitan que billones de personas salgan de la situación de miseria y extrema pobreza. En ese sentido, es de lamentarse que la articulación de la 'erradicación de la miseria' en este tema central haya sido colocada en discreta oposición a la cuestión ambiental, revelando una opción inequívoca por las soluciones y lógicas típicas de mercado para problemas globales mucho más complejos de lo que la ética utilitaria del capital puede responder.

El Marco Institucional para el Desenvolvimiento Sustentable tampoco apunta hacia la reducción de los niveles de consumo, sino, nuevamente, apenas para cambios discretos en el modelo económico de produeción, de manera que se prolonga la utilización de los recursos naturales según la lógica del capital. En este sentido, mientras no sean superados los obstáculos y contradicciones que el modo capitalista impone a la implantación de una agenda ambiental efectiva y solidaria (y una conlleva a otra), independientemente de los instrumentos de Derecho Internacional, inductivos o sancionables, que se construyan para la defensa de un desenvolvimiento ambientalmente sustentable, aun no será posible avanzar a pasos suficientemente largos y veloces en la dirección de protección de la especie humana.

El Centro Brasilero de Estudios de la Salud (CEBES), observa en Rio+20 una oportunidad rara e interesante para bloquear esa discusión, Mientras no se perciba en el horizonte una oportunidad clara para la superación del modelo capitalista de producción, sino apenas de su transformación para un modo 'capitalista-verde' de produeción, persistirá el pesimismo de la razón. Esto porque, aunque sea más tolerable y amigable para muchos, es mantenida la súper-explotación de la fuerza del trabajo a través del capital. Que el optimismo en la acción por parte de todos los participantes y de la lucha sustentada que debemos bloquear sea suficiente para salvar al planeta y a la humanidad de la barbarie.

La Junta Nacional

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    14 Ago 2023
  • Fecha del número
    Jun 2012
Centro Brasileiro de Estudos de Saúde RJ - Brazil
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