En Our Bodies Belong to God, Sherine Hamdy nos presenta un provocador análisis de las decisiones éticas que toman cotidianamente las personas que se encuentran en busca de un trasplante de órgano y que viven en un contexto político autoritario, que favorece el aumento de las desigualdades sociales y la privatización de la salud, donde el islam resurge y la biomedicina avanza.
El propósito de la autora es cuestionar la bioética universalista y denunciar su fracaso ante los dilemas éticos cotidianos que enfrentan las personas que viven con una enfermedad crónica y en condiciones de desigualdad social. Por ello, Hamdy se propone llevar a cabo un análisis que integre los aspectos "políticos, económicos y culturales... necesarios para que la bioética promueva efectivamente la justicia social".
A través de un estudio etnográfico realizado en Egipto, la autora nos muestra cómo los pacientes, sus familiares, los médicos, los trabajadores hospitalarios, los estudiosos del islam y los periodistas se posicionan éticamente ante el complejo tema de la donación, el trasplante, y la compra y venta de órganos. Según Hamdy, en Egipto existe la creencia atribuida al islam de que los cuerpos pertenecen a Dios y por ende no pueden ser utilizados en el proceso de donación y el trasplante de órganos. Aunque desde 1990 el islam aprobó dichos procesos, algunos estudiosos del islam, pacientes y médicos siguen rechazándolos aduciendo que el cuerpo pertenece a Dios. Para entender esta creencia, Hamdy evita reducirla a la lucha entre el discurso biomédico occidental de la bioética y el discurso de la ética islámica, reconociendo que se trata de realidades mutuamente constitutivas, donde los diferentes actores no solo pueden ser productores de ambos discursos, sino que transforman su posicionamiento ético según sus circunstancias. A través de densos relatos etnográficos la autora narra cómo tal significado dista de ser vivido de manera única y universal por los diferentes actores y cómo dicha experiencia no solo es influenciada por las condiciones culturales, sino también por la desigualdad social.
Aunque Egipto fue pionero en el desarrollo de los trasplantes en el mundo árabe durante los años sesentas y setentas, es el único que no ha desarrollado un sistema nacional de trasplantes. La donación de órganos cadavérica es prácticamente inexistente; los órganos trasplantados provienen de los familiares o en su mayoría de la compra-venta de órganos. Además ha atravesado por diferentes crisis mediáticas, debido a que la prensa egipcia ha reportado casos de venta de órganos, tanto de corneas como de riñones.
Para la autora, Egipto atraviesa una "crisis de autoridad" de las instituciones médicas y religiosas. Segun Hamdy existe una creciente desconfianza en las instituciones de salud y en la medicina, acusadas de participar en el mercado negro de órganos, cuya cobertura por la medios de comunicación ha sido extensiva. Y donde el islam, a pesar de sostener una postura oficial que acepta la donación y el trasplante de órganos, da cobijo a un gran número de estudiosos que rechazan estas prácticas.
Aunque Hamdy analiza los discursos de diversos actores sociales, se detiene a describir con gran detalle la situación de las personas pobres con enfermedad renal crónica quienes en medio de los profundos cuestionamientos a la biomedicina, los peligros de no agradar a Dios por aceptar el órgano de otra persona, la privatización de los servicios de salud, los altos costos del tratamiento, la escasez de órganos para trasplante, así como la necesidad de mejorar su salud, tienen que resolver múltiples cuestionamiento éticos cotidianamente que, según la misma Hamdy, no son resueltos por la miopía del universalismo de la bioética.
Hamdy nos muestra la gran complejidad del comercio de órganos con fines de trasplante. A menudo quienes venden sus órganos son hombres jóvenes que viven en centros urbanos que "quieren salir adelante" o que tienen una deuda económica extraordinaria. Según la autora, los pacientes con enfermedad renal crónica se enfrentan a dos cuestionamientos. Por un lado, podrían aceptar el órgano de un miembro de la familia y sin embargo vivir con una deuda impagable por el daño ocasionado a la salud de su familiar. O podrían pagarle a alguien para evitar el daño, pero posiblemente contraer una gran deuda económica. Para la mayoría de los pacientes, la opción de una donación de la familia ni siquiera era considerada como una posibilidad. Como dice Hamdy "Para ellos, las dos opciones eran hacer frente a la muerte o pagar a alguien para poder sobrevivir. En la práctica, permitirse pagar por los órganos es a veces el camino más ético".
Pero para la mayoría de las personas directamente involucradas en el proceso del trasplante la compra y venta de órganos es un aspecto integral del mismo, debido a que la donación "altruista" de órganos no satisface la demanda creciente. Algunos argumentan que la comercialización de órganos no es lo ideal, pero que es necesaria para salvar vidas. Según Hamdy, esta situación deja en seria desventaja a los más pobres que no pueden pagar el costo de las clínicas privadas - donde se realizan la mayoría de los trasplante de órganos comprados - ni tampoco pueden pagar los costos del tratamiento. Esto crea una brecha aún más grande entre ricos y pobres y una barrera en el acceso a los servicios de salud. Sin embargo, para la misma autora, estas problemáticas no pueden resolverse apelando a una postura ética absolutista que criminaliza o niega las prácticas de compra-venta de órganos, sino haciendo más transparente el proceso, que asegure el seguimiento médico a donadores y trasplantados. Como lo menciona la autora "condenar toda la donación de órganos pagada, o criminalizarla, puede ser contraproducente cuando se trata de garantizar una práctica médica segura" (p. 237). Según Hamdy la criminalización o negación de la compra-venta de órganos no ofrece soluciones prácticas y ayuda a profundizar aún más las desiguales sociales, debido a que el "sensacionalismo del mercado negro de órganos" oscurece la violencia estructural en que viven las personas que padecen enfermedad renal crónica.
Our bodies belong to God es una obra que contribuye al debate en el campo de la donación y el trasplante de órganos desde una mirada de las ciencias sociales. Sin duda Sherine Hamdy nos provoca a repensar el debate sobre la bioética en el campo donación y trasplante de órganos, así como de las desigualdades sociales. Esto nos plantea la necesidad de repensar las agendas en el campo de las ciencias sociales y la salud en diversos países y especialmente en Latinoamérica, donde miles de personas se enfrentan cotidianamente a las enfermedades crónicas, a los tratamientos de la biomedicina y a la creciente desigualdad social.
Fechas de Publicación
- Publicación en esta colección
Set 2014