Improvising medicine: an african oncology ward in an emerging cancer epidemic. Livingston J. London: Duke University press; 2012. 248 p.

2012

De África, cáncer y Cuidado: una medicina improvisada

En la obra se presenta el panorama de una Botsuana inmersa en una crisis epidemiológica de cáncer, la cual se agrava debido a la escasez de recursos médicos y tecnológicos. Julie Livingston nos presenta una sólida etnografía, y mediante sus líneas nos lleva hasta el Princess Marina Hospital para reconstruir la realidad de las personas que padecen cáncer, sus cuidadores y sus familias.

Livingston nos confronta con el carácter social de la atención, tratamiento y cuidados del cáncer, mientras visibiliza el dolor y el sufrimiento, de lo que poco se da cuenta en otros estudios.

En el libro, el lector encontrará múltiples historias de sufrimiento de botsuaneses, quienes no solo sobreviven al cáncer, sino que lo hacen en medio de la improvisación de los servicios de salud en contextos de precariedad. La autora explica cómo en un tercer nivel de atención a la salud se intenta resolver las necesidades de quienes padecen cáncer y argumenta la pertinencia de hacer trabajo etnográfico para registrar el funcionamiento de los servicios de salud.

El libro resulta además interesante, porque plasma la experiencia del padecimiento, de quienes además de luchar con la desigualdad de raza al ser “negros”, atendidos por médicos “blancos”, se enfrentan en el menor de los casos a un cáncer agresivo, pero en su mayoría sobreviven a un doble padecimiento, algunas veces llamado tuberculosis y otras VIH o desnutrición.

La obra de Livingston es un desafío a la ética africana y una confrontación a la oncología y a sus promesas de vida, pero “vida” siempre inmersa en la desesperación y la dependencia del cuidado permanente, por lo que acertadamente Livingston exhibe el papel crucial de los cuidadores familiares, como actores sociales que moldean la improvisación de la atención, y posteriormente presenta los alcances y limitaciones de lo oncológico en un momento de crisis. La autora también señala el carácter de compromiso y esfuerzo que tanto la ética, cuanto la oncología, deben tener o al menos intentar frente a la vida de los africanos del sur.

Representa una lectura obligada para salubristas; estudiosos de las ciencias sociales; especialistas en el cuidado de dependientes y enfermos crónicos, y para todo aquel que quiera entender el fenómeno de la salud y el cuidado situados en un contexto de pobreza, es un libro que resultará llamativo también para quienes se interesen en profundizar en la salud global desde una perspectiva socio-antropológica.

La obra es una herramienta útil para ejemplificar un buen estudio de corte etnográfico, pero que amerita leerse con una mirada crítica y recelosa para identificar las omisiones en la descripción que Livingston tiene, y no repetirlas, especialmente en la parte metodológica.

Sin duda después de la lectura de los primeros capítulos brotarán preguntas como: ¿cuáles podrían ser los retos y la agenda de la salud global para un futuro cercano después de un estudio como este?; ¿es correcto trasladar un tratamiento médico occidental a otras culturas, sin antes contemplar sus carencias materiales, ni sus diferencias biológicas y sociales?; ¿la biomedicina entiende el contexto y la cultura de los africanos para establecer la oncología o cualquier otro tratamiento como “solución”?, más aún, ¿podrían de la misma manera entender y manejar los recursos médicos, tecnológicos y científicos los “blancos” que la mayoría de los africanos del sur, quienes se ven obligados a priorizar en alimentación, antes que aspirar a la seguridad social universal?; ¿se podría elaborar un lenguaje común entre la cultura botsuanesa, la ética africana y la oncología a pesar de sus contraposiciones?; ¿o es que tanto la biomedicina, como la investigación social, debemos ser más respetuosos, no con los enfermos de cáncer, sino con las personas que padecen cáncer? Son preguntas que mediante el análisis crítico de la obra de Livingston se responderán satisfactoriamente.

El estilo de escritura de Livingston garantiza una lectura amena a pesar de ser teorizada y minuciosa en su descripción. Valdría la pena entonces reflexionar a la par de la lectura, si es suficiente plasmar la realidad de los enfermos pobres y sus cuidadores como ella lo hizo, para que se geste un cambio con justicia social. La reflexión podría seguir en torno a si sería posible, primero, cubrir las necesidades básicas de las poblaciones para luego fortalecer los sistemas sociales y de salud del sur de África, sin una visión occidentalizada, cuando en el mismo mundo occidental hay tantas desigualdades. Quizá valdría pensar que con los trabajos como el de Livingston se puede impulsar primero un proceso de visibilización del sufrimiento humano, la pobreza y el cuidado como entes ocultos y después una restructuración social y de los servicios de salud.

Un libro, pues, que no encontraremos en una librería hispanoamericana, pero que no es imposible de adquirir, ya que se obtiene a un costo medio, y gracias a las nuevas tecnologías de comunicación puede estar al alcance de casi cualquier lector, bastará solicitarlo en línea o con otro método de pago anticipado. Indudablemente, cuando el lector por fin lo tenga en sus manos podrá comprender las diferencias culturales que existen para vivir las múltiples experiencias de un mismo fenómeno: el cáncer y su cuidado.

Maria Guadalupe Ramírez-Contreras
Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México.
pikysmorgan@hotmail.com

Fechas de Publicación

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    Mayo 2014
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