Resúmenes
Este trabajo se propone identificar trayectorias que contribuyen a que jóvenes de sectores populares sean víctimas de un homicidio. Nos ocuparemos de muertes producidas entre personas que mantienen vínculos previos al hecho y que no tienen como motivación cometer un robo u otro delito. El texto documenta y analiza la trayectoria de un joven víctima de este tipo de homicidio desde una perspectiva cualitativa. El trabajo de campo se produjo entre 2011 y 2017 en barrios populares de municipios del conurbano de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Sostenemos que en la trayectoria existe un proceso colectivo que agudiza la vulnerabilidad del joven a la agresión letal. En su composición, destacamos acontecimientos clave que restringen las posibilidades de agencia de las víctimas y la conducen a una zona de fragilidad a la muerte en el contexto de la sociabilidad local.
Palabras clave
Homicidio; Adulto joven; Violencia; Áreas de pobreza; Argentina
Este trabalho visa identificar trajetórias que contribuem para o fato de jovens de setores populares serem vítimas de homicídio. Trataremos de mortes que ocorram entre pessoas que possuem vínculo anterior ao evento e que não têm motivação para cometer roubo ou outro crime. O texto documenta e analisa a trajetória de uma jovem vítima desse tipo de homicídio em uma perspectiva qualitativa. O trabalho de campo ocorreu entre 2011 e 2017 em bairros populares de municípios da periferia da província de Buenos Aires, Argentina. Argumentamos que há um processo coletivo ao longo da trajetória que aumenta a vulnerabilidade dos jovens às agressões letais. Em sua composição, destacamos eventos-chave que restringem as possibilidades do agenciamento para as vítimas e as conduzem a uma zona de fragilidade à morte no contexto da sociabilidade local.
Palavras-chave
Homicídio; Adulto jovem; Violência; Áreas de pobreza; Argentina
This article aims to identify trajectories that contribute to the fact that young people from popular sectors are victims of homicide. We will deal with deaths that occur between people who have links prior to the event and who are not motivated to commit a robbery or other crime. The text documents and analyzes the trajectory of a young victim of this type of homicide from a qualitative perspective. The field work took place between 2011 and 2017 in popular neighborhoods of the suburbs of the province of Buenos Aires, Argentina. We maintain that there is a collective process along the trajectory that exacerbates the youth’s vulnerability to lethal aggression. In its composition, we highlight key events that restrict the agency’s possibilities for victims and lead them to a zone of fragility to death in the context of local sociability.
Keywords
Homicide; Young adult; Violence; Poverty áreas; Argentina
Introducción
Los homicidios constituyen una forma extrema del daño, cuyas consecuencias se expanden intensamente en los contextos familiares y sociales de víctimas y victimarios22 Costa DH, Schenker M, Njaine K, Souza ER. Homicídios de jovens: os impactos da perda em famílias de vítimas. Physis. 2017; 27(3):685-705.,33 Villa AM. Muertes invisibles entre jóvenes en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires: reconstrucciones biográficas e itinerarios de la experiencia de familiares y amigos [Internet]. Buenos Aires: Salud Colect; 2019 [citado 4 Jan 2020]. Disponível em: http://revistas.unla.edu.ar/saludcolectiva/article/view/1707/1447
http://revistas.unla.edu.ar/saludcolecti... . Entre las agresiones letales, algunas son motivadas por disputas entre personas que mantienen vínculos previos al hecho en territorios acotados, sin relaciones explícitas con la consumación de robos u otros delitos. Estas prácticas, en las que intervienen casi exclusivamente varones, han sido tipificadas por autores del campo de la sociología y la criminología anglosajona como “homicidios de confrontación”44 Brookman F. Confrontational and revenge homicides among men in England and Wales. Aust N Z J Criminol. 2003; 36(1):34-59.. Su singularidad reside en que son consecuencia de enfrentamientos circunstanciales que acaban con una agresión letal no anticipada por sus protagonistas44 Brookman F. Confrontational and revenge homicides among men in England and Wales. Aust N Z J Criminol. 2003; 36(1):34-59.
5 Athens L. Violent encounters: violent engagements, skirmishes, and tiffs. J Contemp Ethnogr. 2005; 34(6):631-78.
6 Katz J. Seductions of crime: moral and sensual attractions in doing evil. New York: Basic Books; 1988.
7 Luckenbill D. Criminal homicide a situated transaction. Soc Problems. 1977; 25(2):176-86.
8 Polk K. Males and honor contest violence. Homicide Stud. 1999; 3(1):6-29.-99 Polk K. Lethal violence as a form of masculine conflict resolution. Aust N Z J Criminol. 1995; 28(1):93-115..
Las investigaciones sobre estos hechos se han centrado en comprender las interacciones que los anteceden, las motivaciones de los participantes y las emociones que recorren sus cuerpos. Algunos autores, subrayan que en los homicidios de confrontación es posible reconocer un proceso de acción y reacción que conduce inevitablemente al ataque55 Athens L. Violent encounters: violent engagements, skirmishes, and tiffs. J Contemp Ethnogr. 2005; 34(6):631-78.
6 Katz J. Seductions of crime: moral and sensual attractions in doing evil. New York: Basic Books; 1988.-77 Luckenbill D. Criminal homicide a situated transaction. Soc Problems. 1977; 25(2):176-86.. En este marco, especifican que allí se dirime quién ocupa una posición dominante en la interacción55 Athens L. Violent encounters: violent engagements, skirmishes, and tiffs. J Contemp Ethnogr. 2005; 34(6):631-78., propósito muchas veces vinculado con la expresión de masculinidades valoradas localmente88 Polk K. Males and honor contest violence. Homicide Stud. 1999; 3(1):6-29.
9 Polk K. Lethal violence as a form of masculine conflict resolution. Aust N Z J Criminol. 1995; 28(1):93-115.-1010 Kimmel M. Misframing men: the politics of contemporary masculinities. New York: Rutgers University Press; 2010.. Otro grupo de investigaciones abordan las experiencias emocionales del agresor. Se destaca que estos homicidios son una reacción extrema frente a experiencias de rechazo social padecidas por sus autores1111 Do?an R. Can honor killings be explained with the concept of social death? Reinterpreting social psychological evidence. Homicide Stud. 2020; 24(2):127-50., o un modo de expiar humillaciones vivenciadas como inevitables66 Katz J. Seductions of crime: moral and sensual attractions in doing evil. New York: Basic Books; 1988.. Finalmente, a partir del estudio de los contextos en los que se producen estas muertes se subrayan desigualdades sociopolíticas macro, meso y micro sociales1212 Ruotti C, Almeida JF, Regina FL, Massa VC, Peres MFT. A vulnerabilidade dos jovens à morte violenta: um estudo de caso no contexto dos “Crimes de Maio”. Saude Soc. 2014; 23(3):733-48.,1313 Herkovits D, Spinelli H. Homicídios em jovens: sociabilidades locais e agressões interpessoais letais. Cien Saude Colet [Internet]. 2019 [citado 4 Jan 2020]. Disponível em: http://www.cienciaesaudecoletiva.com.br/artigos/homicidios-em-jovens-sociabilidades-locais-e-agressoes-interpessoais-letais/17350?id=17350
http://www.cienciaesaudecoletiva.com.br/... .
Ahora si consideramos que los homicidios de confrontación se producen entre personas que mantienen algún tipo de vínculo previo al hecho en espacios de sociabilidad próximos, las relaciones que ellas establecen antes del acto fatal son aspectos que merecen ser interrogados: ¿la participación en la arena agonística es un emergente azaroso o es posible identificar en los recorridos de quienes matan y mueren un pasado que las hace posible? Si fuese el segundo caso, ¿cuáles son sus singularidades? Aquí nos proponemos avanzar en esta dirección mediante el análisis de la trayectoria de un joven muerto en un barrio popular del conurbano de la provincia de Buenos Aires. Sostendremos que en la trayectoria que antecede al desenlace fatal de la víctima, es posible identificar un proceso de agudización de la vulnerabilidad a padecer una agresión letal. Su especificidad amalgama las siguientes dimensiones: la reducción de los espacios de interacción a grupos de pares; la constitución de la identidad de este grupo a partir de la oposición a “otros” externos a su zona territorial; el quiebre de una frontera moral significativa en el marco de la sociabilidad local; y el sostenimiento de la oposición -ahora individualizada- frente quien lo desafía en la interacción cara a cara. La confluencia de estas dimensiones en contextos signados por desigualdades sociales y políticas cataliza las contingencias en las que se producen las muertes. Al detenernos en las trayectorias de las víctimas observamos además el carácter colectivo de sus autorías. A partir de su estudio intentaremos develar el sentido de una sentencia anticipatoria sobre el destino de algunos jóvenes entre quienes participan de su sociabilidad: “a este pibe lo van a matar”.
Metodología
Los homicidios son acontecimientos fugaces y lacerantes que escapan a las rutinas que componen la vida cotidiana en el ámbito público. Estudiar la trama circunstancial y elíptica de las prácticas y significados que los componen requiere el despliegue de estrategias metodológicas sensibles a visibilizar sus aspectos relevantes.
La perspectiva general del estudio fue cualitativa, es decir, procuró acceder a las vivencias y prácticas de los actores, así como a las perspectivas y modalidades que singularizan su construcción del mundo1414 Minayo MCS. La artesanía de la investigación cualitativa. Buenos Aires: Lugar Editorial; 2013.. El trabajo de campo se desarrolló en barrios de municipios del conurbano de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Allí prevalecían conjuntos sociales en situación de desempleo de larga duración, trabajos intermitentes, bajas remuneraciones y escaso acceso a derechos fundamentales vinculados con la educación formal y el hábitat. En esos espacios realizamos entrevistas y conversaciones tanto individuales como grupales con un enfoque fundamentalmente etnográfico durante distintos períodos entre 2011 hasta 20171515 Hammersley M, Atkinson P. Ethnography: principles in practice. New York: Routledge; 2019..
Durante la investigación recopilamos información sobre 17 homicidios de jóvenes producto de disputas interpersonales. De acuerdo con fuentes judiciales, este tipo de agresión letal fue la más frecuente en la población general dentro del ámbito territorial y el período temporal en el que se realizó el trabajo de campo1616 Cabral P. Tercer informe sobre delitos y violencias en la Provincia de Buenos Aires (2009-2019) [Internet]. La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata; 2020 [citado 4 Jan 2020]. Disponível em: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.3717/pm.3717.pdf
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/lib... . Aquí presentaremos y analizaremos los sucesos que constituyeron la trayectoria de la víctima en una de estas muertes. La perspectiva metodológica procuró identificar los puntos de inflexión que introdujeron cambios significativos en la posición del protagonista en el marco de la sociabilidad local1717 Bidart C. Sociabilités: quelques variables. Rev Fr Sociol. 1988; 29(4):621-48.,1818 Elder GH, Johnson MK, Crosnoe R. The emergence and development of life course theory. En: Mortimer JT, Shanahan MJ, editores. Handbook of the Life Course. Boston: Springer; 2003.. Los criterios por los cuales nos focalizamos en este caso se fundamentan en tres razones: en primer lugar, los acontecimientos que lo componen se reconstruyeron a partir de testimonios del joven muerto, amigos, allegados, familiares, vecinos y referentes barriales que participaron de los hechos reseñados. En segundo lugar, ejemplifica dimensiones que con intensidad variada estaban presentes en el resto de los homicidios identificados. Por último, consideramos que se trata de un acontecimiento cuyo análisis permite trascender conceptualmente las singularidades del caso1919 Bartolini S. Tiempo e investigación comparativa. En: Sartori G, Morlino L, editores. La comparación en las ciencias sociales. Madrid: Alianza Editorial; 1994.
20 Becker HS. Métodos de pesquisa em ciências sociais. São Paulo: Hucitec; 1999.-2121 Yin RK. Applications of case study research. Newbury Park: SAGE Publications; 1993..
La inclusión de los interlocutores en la investigación fue acordada luego de un proceso de explicitación de los principios del consentimiento informado. El proyecto fue aprobado por la comisión de ética la Universidad Nacional de Lanús. Cada una de las prácticas que componen la trayectoria fue reconstruida a partir de versiones concordantes entre más de una de las personas que estuvieron presentes en el lugar en de los hechos. Por otro lado, las vivencias e interpretaciones se produjeron a partir del diálogo con sus protagonistas. Así, el texto que presentamos constituye una recuperación de la experiencia de los actores en términos intersubjetivos. A partir de estos relatos y observaciones, se procuró detallar los contextos de sociabilidad del joven asesinado, es decir, el conjunto de relaciones interpersonales en sus interacciones cotidianas1717 Bidart C. Sociabilités: quelques variables. Rev Fr Sociol. 1988; 29(4):621-48.. Esto implicó el mapeo de su campo de acción y los modos en que ejerció sus capacidades de intervenir en ese espacio a partir de los recursos simbólicos y materiales disponibles.
Desde el punto de vista analítico, la narración de los resultados se construyó a partir de conceptos a desarrollar en el análisis y discusión de este trabajo. De esta manera, entrama categorías analíticas que, aún sin ser nombradas explícitamente, operaron como tópicos centrales en la construcción del relato2222 Emerson RM, Fretz RI, Shaw LL. Writing ethnographic fieldnotes. Chicago: The University of Chicago Press; 2011.. El propósito de esta narración es presentar el homicidio como un prisma a partir del cual observar las dimensiones sociales y culturales que conforman un escenario de vulnerabilidad a ser víctima de una agresión letal en el marco de la sociabilidad cotidiana de jóvenes que habitan barrios populares.
Resultados
La reducción de la sociabilidad
Matías tenía 20 años el día que lo asesinaron a 200 metros de una discoteca cercana a su barrio. El grupo de jóvenes con quienes pasaba la mayor parte de sus días lo llamaba Bepo, un nombre que, si bien era ajeno a sus vínculos familiares, empezó a circular entre los vecinos del barrio como sinónimo del miedo a un presente hostil. Bepo era un joven de altura mediana, flaco, de movimientos tensos y directos. Tenía una mirada penetrante, y un modo pausado de dialogar, con palabras tan escuetas como atentas a la posibilidad de rivalizar con su interlocutor. Había nacido en la provincia de Santa Fe. Era el segundo hijo del matrimonio de Ernesto y Julia. Hacia el año 2000, durante un período de depresión económica intensa, la familia se mudó a un barrio popular del conurbano bonaerense. No se trataba de una aventura antojadiza. Un hermano del padre vivía en ese lugar y les aseguró que allí sus posibilidades laborales mejorarían.
La familia migró cuando Bepo tenía cinco años. En el inicio de su escolarización mostró un gran entusiasmo por los juegos con sus compañeros, y si bien la aplicación en los estudios no era destacada, su curiosidad y habilidad para sortear las instancias de evaluación le permitieron finalizar la escuela primaria, siempre ayudado por esfuerzos de inclusión por parte de sus docentes.
En el primer año de la secundaria, la vida familiar sufrió cambios abruptos. La relación entre sus padres terminó luego de un largo proceso conflictivo. Ernesto abandonó el hogar para formar pareja con otra mujer. Julia se vio obligada a procurar ingresos para mantener a su familia y lo consiguió trabajosamente a partir de ayudas monetarias de la municipalidad, el acceso a políticas nacionales de transferencias de ingreso y de la la realización de tareas domésticas en casas de familia. Bepo nunca reconoció un quiebre afectivo por esa situación. Los vínculos previos con su padre habían oscilado entre la distancia silenciosa y los conflictos cotidianos surgidos al inicio de la adolescencia. El cambio más importante fue la ausencia de la madre en la vida cotidiana y la posibilidad de disponer de sus días sin miradas que lo interpelen.
El interés de Bepo por las actividades escolares se disipó en los primeros años de la secundaria. Además de una creciente indiferencia por los contenidos de las clases, tuvo una concurrencia cada vez más intermitente, que languideció hasta desaparecer. Para Bepo, la vida se precipitó rumbo a un espacio diferente, protagonizado por un grupo de unos diez o quince jóvenes de 15 a 23 años, que solían encontrarse al anochecer en un puente que cruzaba un arroyo, a pocas cuadras de su casa. Allí las conversaciones sobre sobre motos, autos, fútbol, drogas y enfrentamientos con jóvenes de otros barrios se enaltecían en una sucesión de relatos que prestigiaban a sus protagonistas. Algunas de las experiencias compartidas subrayaban especialmente enfrentamientos en los que el cuerpo se exponía victoriosamente contra eventuales adversarios. Mantener la posición y obligar el retroceso de un contrincante constituía un tema recurrente en las prácticas compartidas que se repetían en diferentes escenarios. El grupo comenzó a integrarse a partir de un sentido de pertenencia más vinculado con compartir estas experiencias en un territorio, que otras formas de reconocimiento. Bepo solía remarcarlo en sus conversaciones: “Amigos no, somos los que estamos ahí”.
La oposición del grupo de pertenencia
En el transcurso de un año, el puente se transformó en una zona de frontera. El grupo imprimió un sentido de pertenencia basado en la intimidación al otro. Todo transeúnte podía ser increpado si pasaba por ahí en virtud del humor del momento, pero los destinatarios principales eran ciertos jóvenes, que recibían miradas o comentarios desafiantes, especialmente si eran identificados como ajenos a la zona o al conjunto de conocidos o aceptados.
El cambio fue notorio para los vecinos. Algunos comenzaron a inquietarse por “los pibes del puente”, a quienes identificaban como responsables de robos, reales o imaginarios, y del supuesto comercio de drogas a pequeña escala. Los más sensibilizados peticionaron la intervención de las autoridades municipales. Sus propuestas oscilaban entre actividades socioeducativas de carácter preventivo hasta la mayor presencia de fuerzas de seguridad para mitigar o reprimir comportamientos y presencias. Otros vecinos, en los comentarios más íntimos, ofrecían una solución que reconocían como impracticable: “a estos vagos habría que sacarlos a los balazos”.
Dentro del grupo, Bepo tenía una atracción singular con Mario y Felu, dos jóvenes apenas mayores que solían relatar con orgullo la participación en un par de robos a comercios aledaños. Mario alternaba un trabajo como ayudante en un taller mecánico y actividades de albañilería, mientras que Felu ayudaba a su tío en tareas de plomería. Los tres no parecieron ajenos a los imaginarios que comenzaban a posarse sobre sus cuerpos. A Mario, Felu y Bepo la sorpresiva fama les causaba más engreimiento que indignación. Solían bromear sobre el tema, pero el temor que suscitaban les producía un placer por ser alguien para el resto. Su nueva posición agudizó rivalidades latentes o manifiestas con otros jóvenes que habitaban el barrio, especialmente un grupo que solía reunirse en una cancha de fútbol cercana y con quienes intercambiaban amenazas, insultos y algunas peleas a la salida de locales bailables de la zona.
La situación fue conocida por Mecho, un referente barrial con vínculos estrechos con el partido político que gobernaba el municipio. La intranquilidad en el barrio siempre había molestado a Mencho, que se ufanaba de ser quien brindaba seguridad en el lugar. Vislumbró en el temor vecinal la oportunidad de ganar algo de reconocimiento. Sus primeros comentarios buscaron tranquilizar a quienes mencionaban el tema: “estos pibes aparecen y desaparecen rápido, no van a durar mucho tiempo, pasa cada tanto”. Mencho solicitó a quienes trabajaban con él que sondearan las posibilidades de estrechar vínculos con ellos. Les ofreció trabajo en una cooperativa barrial y les hizo saber, en diferentes oportunidades, la necesidad de “no generar problemas ni arrastrar policías al barrio”. Los jóvenes mostraron una cautelosa indiferencia a este reclamo. En lo inmediato no consideraron necesario modificar su comportamiento. El devenir pareció darles la razón. Nada cambió en la cotidianidad de sus vidas, con la excepción de Felu que participó de la prometida cooperativa de trabajo, pero solo por un breve período de tiempo.
El quiebre de una frontera moral y el sostenimiento del enfrentamiento cuerpo a cuerpo
No se reconoce un instigador claro, pero lo cierto es que Felu comenzó a hablar con insistencia sobre robar un comercio de parabrisas situado en una avenida cercana. Decía que en el local se pagaba en efectivo, que debían tener mucho dinero y, sobre todo, que la caja quedaba en un mostrador al fondo del local, lejos de las miradas de los transeúntes. Solo se requerían tres personas: dos entraban en el negocio y uno esperaba afuera con una moto. En cinco minutos, con movimientos guionados y utilizando el arma de un tío de Felu, alcanzarían el objetivo. Los roles eran claros, Felu llevaría el arma y controlaría a los presentes, Bepo se encargaría de saquear la caja y los tres partirían en la moto de Mario. Después de meses de conversaciones, y con algunas incursiones de “inteligencia” al lugar, decidieron “hacerla”. El golpe resultó perfecto, y si bien lo recaudado no fue lo soñado por los protagonistas, todos experimentaron con intensidad la aventura victoriosa. Esta satisfacción fue festejada en un local bailable cercano cuyo costo no dejó grandes saldos del botín.
Para Bepo, el robo al local de parabrisas fue una revelación. La inmediatez por el modo en que se podía ganar dinero venciendo el riesgo lo impulsaron a replicar la experiencia. Mario y Felu –más cautelosos– no tenían identificado una alternativa similar. El robo podía ser una acción que se integraba a sus trabajos allí donde el cálculo les prometía éxito. Ambos pensaban que Bepo comprendía y compartía esta perspectiva, por eso les sorprendió la independencia con la que este decidió asaltar, junto a otros dos jóvenes más chicos del mismo grupo, un centro comunitario ubicado en una zona aledaña al barrio. El propósito no era el dinero, sino la moto de un educador que brindaba actividades de apoyo escolar. A las cinco de la tarde Bepo y sus compañeros irrumpieron con la cara enmascarada en el centro. Encerraron a los niños y al educador en una de las salas y huyeron en la moto con un par de teléfonos portátiles. El hecho despertó indignación entre los habitantes del barrio: “cómo van a robar en el centro comunitario” reclamaban con irritación. Algunos sostenían que los autores eran los “pibes del puente”, aún sin certezas de su responsabilidad. La mayoría descreía que semejante acontecimiento pudiera ser obra de alguien del propio barrio.
Dos meses después del robo al centro comunitario, a Quique, uno de los principales amigos y socios de Mencho, le robaron una bicicleta del patio de su casa. Su tía sostuvo que había visto al ladrón que, de acuerdo con una descripción general, se parecía a Bepo. Quique no acreditaba completamente estos dichos, pero estaba seguro de que el culpable era del barrio y “bastante atrevido” para robarle. No quiso ir al puente, pero estudió los movimientos de Bepo para confrontarlo allí donde no tuviese que lidiar con alguno de sus amigos. Lo sorprendió a los pocos días, cuando volvía de la casa de su hermana: “hacé que aparezca la bicicleta que me robaron” lo incriminó. “¿Qué bicicleta?” –respondió Bepo– “yo no robé nada, por qué no le preguntás a tus amigos de la cancha con los que hablás todas las tardes”. Quique se sorprendió con la altanería de Bepo. Lo conocía desde chico y no podía creer que aquel jovencito travieso, pero inofensivo, tuviese el brío de desafiarlo. “Vos sos un atrevido bárbaro, no te quiero ver por acá más”. “Yo vivo acá”, se limitó a responder Bepo. Al poco tiempo reparó en que Quique era amigo de Mecho y que una enemistad con él lo ubicaba en una situación de peligro. Mencho tenía contactos con actores de la política local y se sospechaba que también con la policía. Bepo pensó que tal vez se había extralimitado y tuvo miedo. Se confesó con Mario: “me equivoqué en esta”. El temor por primera vez se hizo omnipresente. Empezó a decir que se la tenían jurada y que ya no podía caminar tranquilo en el barrio. Decidió tener una vida menos expuesta. Solía salir poco de su casa, pero el creciente temor lo llevó a exiliarse momentáneamente. Le pidió a su hermana mayor que vivía en una localidad cercana pasar un tiempo ahí, hasta que las cosas en el barrio mejorasen un poco.
El desenlace
La convivencia en la casa de la hermana no fue fácil. María le recriminaba las razones que motivaban el abrupto exilio y las circunstancias sinuosas que componían su pasado. Aun así, Bepo no quería volver al barrio. Sin certezas sobre la gravedad de su situación, intuía que debía esconderse hasta que se calmara una supuesta animosidad que consideraba injusta: él no había robado la bicicleta.
A las pocas semanas supo que Carli –uno del grupo del puente– festejaba su cumpleaños en un local bailable cercano al barrio. Anticipó que, tratándose de un lugar ajeno al territorio más conflictivo, estaría fuera de peligro. Llegó pasada la medianoche cuando todos ya festejaban en uno de los rincones del lugar. Fueron horas de alegría, música, bromas y alcohol. En plena noche un vaso de cerveza voló por el aire mojándole la espalda. Bepo escrutó a su alrededor y reconoció a Julio, hermano de Quique, que reía desde un mosaico de luces coloridas. Su impulso inicial fue la respuesta; no obstante, las ganas de continuar con el festejo y el temor a enfrentarse con un adversario numeroso –Julio no estaba solo– hicieron que los compañeros de Bepo lo contuvieran: “eh, dejá… ya está…” repitieron mientras lo aferraban al grupo.
La calma duró poco. Julio empezó a gritar con persistente intermitencia: “¡Eh! ladrón, salí de ahí, te escondiste”. Bepo adivinó las palabas entre la maraña sonora. Emergió de la muralla humana y miró con intensidad a su desafiante. Fueron una decena de segundos en el que los cuerpos se midieron en medio del bullicio. Dos pasos de Bepo fueron suficientes para desatar el torbellino: “¿Qué necesitás vos?” dijo Julio. La respuesta de Bepo quedó silenciada, pero la réplica no se hizo esperar: “¿Qué te pasa a vos ladrón?; cobarde, puto”. Hubo una frase más, seguida de un golpe con el que Bepo derribó a su adversario. Julio quedó tendido, pero en un segundo una turba de unos diez jóvenes se abalanzó sobre el golpeador. Bepo logró reaccionar con celeridad. Esquivó algunos manotazos y se escabulló hacia la puerta, mientras sus perseguidores se abrían paso entre los danzantes. Ganó la salida y dobló en la esquina, pero el escape fue trunco. Tropezó, o alguien lo hizo tropezar. Su caída redujo la distancia con quienes lo seguían. Tal vez el alcohol le impidió incorporarse con su agilidad habitual, pero cuando lo hizo, dos cuerpos ya estaban sobre él. Tras algunos gritos entrelazados de palabras inaudibles, Bepo recibió unos golpes que lo derribaron nuevamente. Llegó a levantarse y manotear una piedra. Su brazo comenzó a erguirla cuando dos balazos le perforaron el pecho. Quedó tendido, agonizando sobre sobre su costado derecho. Algunos de sus agresores alcanzaron a pegarle alguna patada antes de partir en una huida frenética y desordenada. Los compañeros de Bepo se acercaron al cuerpo, pero se alejaron velozmente, temerosos de las armas de los adversarios y de la policía. Alguien debe haber llamado a una ambulancia. No se sabe cuánto tardó, pero al día siguiente el barrio supo que a Bepo lo habían matado.
Análisis y discusión
El retrato de una vida siempre excede la síntesis de la escritura, mucho más en los espacios acotados de los artículos académicos. Atentos a esto, recuperamos la singularidad que ofrece el texto etnográfico para explicitar el camino de la teoría en su vinculación con los datos, y no a una teoría general de cómo son las cosas2323 Biehl J. La etnografía en el camino de la teoría. Etnografías Contemp. 2016; 2(3):226-54.. En este sentido, nuestra narración persiguió identificar aquellos aspectos que, a la luz de lo que se sabe sobre el problema planteado, posibilitan delinear un conocimiento posible.
La muerte de Bepo reúne rasgos destacados por la bibliografía internacional sobre el homicidio de confrontación: se trata del deceso de un joven, varón, de sectores populares que, antes del acto fatal, participa en una escalada agresiva con un eventual contrincante44 Brookman F. Confrontational and revenge homicides among men in England and Wales. Aust N Z J Criminol. 2003; 36(1):34-59.
5 Athens L. Violent encounters: violent engagements, skirmishes, and tiffs. J Contemp Ethnogr. 2005; 34(6):631-78.
6 Katz J. Seductions of crime: moral and sensual attractions in doing evil. New York: Basic Books; 1988.
7 Luckenbill D. Criminal homicide a situated transaction. Soc Problems. 1977; 25(2):176-86.-88 Polk K. Males and honor contest violence. Homicide Stud. 1999; 3(1):6-29.,2424 Jackson-Jacobs C. Constructing physical fights: an interactionist analysis of violence among affluent, suburban youth. Qual Sociol. 2013; 36(1):23-52.,2525 Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito. Estudio mundial sobre el homicidio. Tendencias, contextos, datos. Viena: Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito; 2019.. Entre los estudios sobre estos homicidios, algunos trabajos destacan que tanto los motivos que desencadenen la interacción agonística como la identidad social de sus participantes parecen menos relevantes que el proceso de acción y reacción que precede a la muerte55 Athens L. Violent encounters: violent engagements, skirmishes, and tiffs. J Contemp Ethnogr. 2005; 34(6):631-78.,77 Luckenbill D. Criminal homicide a situated transaction. Soc Problems. 1977; 25(2):176-86.,2424 Jackson-Jacobs C. Constructing physical fights: an interactionist analysis of violence among affluent, suburban youth. Qual Sociol. 2013; 36(1):23-52.. Desde esta perspectiva, lo fundamental es el ejercicio de una técnica corporal –siguiendo la expresión de Marcel Mauss2626 Mauss M. Técnicas y movimientos corporales. En: Mauss M. Sociología y antropología. Madrid: Tecnos; 1991.– que puede tornarse fatal por el uso de armas con alto poder lesivo. Pero si la lógica de la práctica requiere de este acuerdo circunstancial que sostiene y conduce al enfrentamiento, el foco en la escena dificulta comprender por qué estos homicidios tienen lugar en determinados contextos sociales y, además, cuáles son las condiciones que conducen a la participación de sus protagonistas.
En cuanto al contexto en el que se producen, el caso presenta aspectos recurrentes: dificultades de inclusión de los jóvenes en la esfera laboral, presencias lábiles o cercanas a actividades ilegales de las instituciones estatales en el territorio1212 Ruotti C, Almeida JF, Regina FL, Massa VC, Peres MFT. A vulnerabilidade dos jovens à morte violenta: um estudo de caso no contexto dos “Crimes de Maio”. Saude Soc. 2014; 23(3):733-48.,2727 Auyero J. The politics of interpersonal violence in the urban periphery. Curr Anthropol. 2015; 56(11):169-79., la participación en sociabilidades compuestas de prácticas criminosas2828 Zaluar A. Sociability in crime. Culture, form of life or ethos? Vibrant (Brasília). 2014; 11(2):12-46. y ausencias de organizaciones sociales con capacidad de intervenir en las disputas más allá de las partes involucradas1313 Herkovits D, Spinelli H. Homicídios em jovens: sociabilidades locais e agressões interpessoais letais. Cien Saude Colet [Internet]. 2019 [citado 4 Jan 2020]. Disponível em: http://www.cienciaesaudecoletiva.com.br/artigos/homicidios-em-jovens-sociabilidades-locais-e-agressoes-interpessoais-letais/17350?id=17350
http://www.cienciaesaudecoletiva.com.br/... . Sin embargo, si consideramos que en muchos de estos homicidios víctimas y victimarios mantienen vínculos previos al hecho, sus biografías permiten identificar cómo estas dimensiones se encarnan en modos específicos de socialización y sociabilidad. En este plano, nuestra perspectiva propone enfatizar puntos de bifurcación, momentos bisagra en las trayectorias de jóvenes de sectores populares que intensifican su participación en una zona de fragilización a la agresión letal. Estos momentos son prácticas, pero además sentidos y experiencias, que en los itinerarios de las víctimas modifican sus posibilidades de acción en el marco de la sociabilidad. A partir de esta perspectiva, el caso estudiado nos permite afirmar que, en la trayectoria del joven, la muerte del cuerpo biológico le precede una agonía social, producto de la degradación de su vida política y simbólica2929 Králová J. What is social death? Contemp Soc Sci. 2015; 10(3):235-48.,3030 Scheper-Hughes N, Lock MM. The mindful body: a prolegomenon to future work in medical anthropology. Med Anthropol Q. 1987; 1(1):6-41..
En el itinerario de Bepo, un primer punto que marca su trayectoria se vincula con la reducción de los espacios de sociabilidad a grupos de pares con fuertes anclajes territoriales. Apartado de una participación significativa en instituciones socioeducativas o familiares, el grupo de pares constituyó el ámbito primario en la composición de sus vínculos sociales3131 Paugam S. Protección y reconocimiento. Por una sociología de los vínculos sociales. Papeles CEIC. 2012; 2021/2(82):1-19.. Esto implicó que los repertorios de acción y los modos de reconocimiento y pertenencia quedaran reducidos a lo que allí era conocido, compartido y validado. En este contexto, un segundo punto de quiebre fue la afirmación de la propia identidad grupal a partir de acciones intimidatorias frente a “otros” externos a su zona territorial. El cuerpo que desafía a otros cuerpos se transformó en un instrumento singular en la generación de una virilidad que intervino en la construcción de pertenencias88 Polk K. Males and honor contest violence. Homicide Stud. 1999; 3(1):6-29.,99 Polk K. Lethal violence as a form of masculine conflict resolution. Aust N Z J Criminol. 1995; 28(1):93-115.,3232 Schinkel W. Aspects of violence. Basingstoke: Londres: Palgrave Macmillan; 2010.. Ahora el mismo proceso de afirmación del propio espacio consolidó su estigmatización por otros participantes de la sociabilidad local: jóvenes de grupos rivales, vecinos y referentes de la política barrial, vincularon al grupo de la víctima con lo temible y desechable.
Las incursiones en el robo fueron un tercer momento bisagra que también pueden asimilarse a una masculinidad expresiva3333 Baird A. Becoming the ‘Baddest’: masculine trajectories of gang violence in Medellín. J Lat Am Stud. 2018; 5(1):183-210.,3434 Barker G. Male violence or patriarchal violence? Global trends in men and violence. Sex Salud Soc. 2016; (22):316-30.. Su ejecución posicionó a sus autores como un sostén monetario circunstancial de la diversión del grupo3535 Zubillaga V. Los varones y sus clamores: los sentidos de la demanda de respeto y las lógicas de la violencia entre jóvenes de vida violenta de barrios en Caracas. Espac Abierto. 2007; 16(3):577-608., pero sobre todo, en la experiencia del protagonista, imprimió una intensidad emocional extraordinaria basada en la exposición al riesgo3636 Le Breton D. Conductas de riesgo: de los juegos de la muerte a los juegos de vivir. Buenos Aires: Topia; 2011.. El hecho tuvo una consecuencia decisiva en el campo de acción del joven: el robo dentro del propio espacio a quienes realizaban tareas de apoyo escolar quebró una frontera en la moral local3737 Fassin D. Les economies morales revisitées. Ann Hist Sci Soc. 2009; 64(6):1237-66.. Como consecuencia de ello se generó una indignación entre vecinos y referentes barriales que subrayó la estigmatización de quienes suponían autores del hecho: el conjunto social de Bepo.
Finalmente la vulnerabilidad se agudizó aún más cuando la oposición relativa practicada por el grupo de referencia se personificó en enfrentamientos cuerpo a cuerpo. El sostenimiento del desafío en la interacción ya sea con un referente de la política local que intentaba restituir principios de justicia a partir de la acción intimidatoria o con un integrante de un grupo rival vinculado con este último, agravó la posición social de Bepo. Ya no solo era el portador de una identidad estigmatizada por su pertenencia grupal, sino alguien que, a partir de comportamientos transgresores de un orden moral local, empezó a concentrar miradas condenatorias.
Así, la trayectoria del joven muerto evidenció un proceso de restricción de sus posibilidades de acción3838 Swidler A. Culture in action: symbols and strategies. Am Sociol Rev. 1986; 51(2):273-83.. Por un lado, la sociabilidad reducida al grupo de pares limitó sus recursos a aquello que allí era conocido y validado. La intimidación frente al otro, el quiebre de la frontera moral y la individualización del enfrentamiento cuerpo a cuerpo, fueron consecuencia del uso -a veces extremo- de recursos aprendidos en esa socialización. Por otro lado, las respuestas que estas acciones suscitaron en el marco de la sociabilidad recrudecieron tensiones en el espacio de su vida cotidiana, limitando aún más las posibilidades de agencia del protagonista3939 Emirbayer M, Mische A. What is agency? Am J Sociol. 1998; 103(4):962-1023.,4040 Waling A. Rethinking masculinity studies: feminism, masculinity, and poststructural accounts of agency and emotional reflexivity. J Mens Stud. 2019; 27(1):89-107.. El juego entre ambas dimensiones configuró un escenario en el que la agresión era una respuesta posible allí donde las condiciones para el enfrentamiento pudiesen alinearse.
El estudio de las trayectorias de jóvenes muertos por homicidios de confrontación permite destacar que, en los barrios populares, existe un proceso que contribuye a forjar las identidades de los protagonistas y a proveer recursos simbólicos a ser utilizados en las interacciones fatales. En nuestro caso participaron de su conformación diversos actores que exceden a la víctima y su agresor: jóvenes que rivalizan en virtud de la pertenencia territorial; vecinos que reducen su identidad a atributos que generan rechazo y temor; el conjunto de estos actores que, desde la lógica de la sospecha, los identifican como autores de delitos que no pueden ser resueltos mediante las instituciones oficiales; y referentes barriales que persiguen impartir justicia a partir de la acción intimidatoria. La conformación procesual de esta sociabilidad es decisiva. El disparo que acabó con la vida del protagonista no fue ejecutado por una víctima directa de sus actos. Sin embargo, integró el espacio social que signó su posición como un sujeto eliminable.
Nuestra perspectiva no postula la sujeción del presente a un pasado próximo o remoto, ni la determinación absoluta de estructuras sociales o culturales en los cursos de acción personales. Tampoco omite el reconocimiento de aspectos contingentes que operan como micro determinantes de estos hechos. Ninguna de las dimensiones señaladas ni reseñadas son condiciones necesarias y suficientes para identificar todos los factores que determinan este tipo de homicidios. Lo que permite apreciar es cómo el uso situado de los recursos sociales y culturales disponibles en el marco de la sociabilidad conforma itinerarios vulnerabilidad al homicidio en escenarios locales. La presencia de armas o las singularidades del enfrentamiento que provoca la agresión pueden operar como determinantes en la medida en que sean inscriptas en este tipo de trayectorias.
El mapeo de los modos en que diversas desigualdades sociales, políticas y culturales se constituyen en los cuerpos y en el enfrentamiento de los cuerpos no solo requiere identificar los modos en que se configura un presente4141 Ayres JR, Paiva V, Buchalla CM. Direitos humanos e vulnerabilidade na prevenção da saúde: uma introdução. En: Ayres JR, Paiva V, Buchalla CM. Vulnerabilidade e direitos humanos: prevenção e promoção da saúde. Curitiba: Juruá Editora; 2012. Livro I., sino además las experiencias que entraman las trayectorias que lo posibilitan4242 Delor F, Hubert M. Revisiting the concept of “vulnerability”. Soc Sci Med. 2000; 50(11):1557-70.. Profundizar su estudio permite dar cuenta de los giros, soportes, acontecimientos y puntos de bifurcación que intervienen en los modos en que los protagonistas de los homicidios agencian un futuro fatal.
Conclusión
Los homicidios más frecuentes en jóvenes se producen en los espacios de sociabilidad que contienen a víctimas y victimarios. Muchos de estos actos no involucran el ejercicio de la violencia con el propósito de alcanzar un objetivo material. Se trata de acciones fugaces, pocas veces premeditadas, que reflejan dinámicas sociales y culturales recurrentes en diversos ámbitos geográficos. El caso presentado posibilita avanzar en su comprensión al delinear dimensiones procesuales que intervienen en posicionar a las víctimas en situación de vulnerabilidad a la agresión letal.
Desde una perspectiva diacrónica, destacamos los puntos de bifurcación que configuran la trayectoria del joven muerto en el marco de la sociabilidad local: la reducción de sus espacios de interacción, la construcción de pertenencias a partir de la oposición a quienes son ajenos a su zona territorial, la transgresión a fronteras morales significativas, y el sostenimiento de la oposición en el enfrentamiento individual cuerpo a cuerpo. El despliegue en el tiempo de los recursos reseñados no solo marca y cambia las posiciones de sus participantes en el escenario cotidiano, sino que sedimenta afectividades y aprendizajes que conforman las capacidades de agencia en los cursos de vida.
Este proceso colectivo articula las contingencias que participan en la determinación de los homicidios de confrontación. Los involucrados en ese proceso son, además del muerto y el agresor, los grupos que componen sus ámbitos de interacción. El estudio presentado exacerba este punto puesto que el autor de la agresión letal no estuvo involucrado directamente en la sucesión de disputas que compusieron la trayectoria reseñada. Sin embargo, fue parte de los grupos que participaron en esferas de acción de la víctima.
El caso destaca nuevamente debilidades en la constitución de vínculos ciudadanos. Aquí son fundamentales la presencia y los modos en que están presentes recursos normativos, institucionales culturales y organizacionales en el territorio. Pero además los modos en que estos se despliegan para conformar soportes efectivos en los cursos de vida de los jóvenes. Estos procesos de subjetivación en el plano de las interacciones cotidianas son centrales para comprender los recorridos previos a las escenas en las que se producen los homicidios de confrontación.
Gilles Deleuze4343 Deleuze G. Crítica y clínica. Barcelona: Anagrama; 1996. sostiene que devenir es desprenderse del conjunto de condiciones históricas para crear algo nuevo. Nuestro trabajo señala dificultades para producir ese devenir en contextos de desigualdad social, cultural y política. La elaboración de narrativas analíticas que documenten estos procesos y amplíen su comprensión impone desafíos metodológicos y teóricos considerables. La relevancia de las muertes que se producen en estos escenarios lo requiere.
Agradecimientos
El presente texto es una reelaboración de parte de la tesis doctoral del primer autor, desarrollada en el marco del Doctorado en Salud Colectiva perteneciente a la Universidad Nacional de Lanús. Agradecemos a las y los docentes que formaron parte de la carrera y con quienes se intercambiaron perspectivas que contribuyeron a su desarrollo.
- Herkovits D, Spinelli H. Uno de nosotros cometimos un crimen*: trayectorias en la construcción de víctimas de homicidios en jóvenes. Interface (Botucatu). 2021; 25: e210088 https://doi.org/10.1590/interface.210088
Financiamiento
Parte del trabajo de campo necesario para el desarrollo de este estudio fue posible por el financiamiento recibido de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Argentina.
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Fechas de Publicación
- Publicación en esta colección
19 Nov 2021 - Fecha del número
2021
Histórico
- Recibido
21 Feb 2021 - Acepto
11 Ago 2021