Resumen
Se propone un modelo teórico para el abordaje de la salud mental positiva ocupacional basado en la psicología positiva, la psicología ecológica, la salutogénesis y el humanismo. El modelo comprende una estructura de seis factores: bienestar personal en el trabajo, relaciones interpersonales positivas en el trabajo, filosofía de vida laboral, empoderamiento en el trabajo, fortalezas personales en el trabajo, e inmersión en la tarea; lo cual se traduce en cuatro dimensiones; cognitiva, socioafectiva, comportamental y espiritual. Para fundamentar esta propuesta, se realizó un análisis de los dos principales posicionamientos referente a la salud mental, el tradicional, predominantemente negativo, centrado en la supresión o ausencia de enfermedad, y el positivo, enfocado en la promoción de la salud y desarrollo de círculos virtuosos. Derivado del análisis, encontramos una postura mixta y vacíos teóricos que justifican la propuesta de un modelo auténticamente positivo. Finalizamos con algunas conclusiones y las implicaciones prácticas de relevancia social para este tema.
Palabras clave:
Salud Mental; Salud Ocupacional; Promoción de la Salud; Trabajo
Introducción
La conceptualización de la salud mental (SM) es un tema que ha llamado la atención de los profesionales de la salud desde hace años. En el abordaje tradicional que prevaleció por décadas, la SM se definía a partir de la negación de indicadores de enfermedad, con un enfoque reactivo centrado en intervenciones remediales y algunas preventivas. Desde esta postura, surgieron numerosos esfuerzos por lograr una nueva conceptualización de la SM que partiera de sus propias características, contando con indicadores positivos y un enfoque proactivo centrado en la promoción de factores salutógenos.
Así, a través del recorrido histórico del concepto, podemos decir que la SM se encuentra en una etapa de transición a un nuevo posicionamiento, el cual no se ha concretado, apareciendo en el inter, algunas propuestas que se asumen como positivas aun cuando siguen considerando la ausencia de psicopatología o trastorno mental como principal indicador de la presencia de SM. Otras posturas muestran de manera tácita un enfoque reactivo que busca intervenir ante la presencia de factores patógenos o de riesgo, dejando de lado la auténtica promoción de la salud al devolver el foco de atención a la supresión de la enfermedad o, en el mejor de los casos, a la prevención de la misma. A estas perspectivas las hemos denominado mixtas, sin embargo consideramos que más que una nueva aproximación a la SM denotan un estado incipiente de transición a un enfoque auténticamente positivo que parta de una postura salutógena, enfocada primordialmente en la generación de círculos virtuosos y no en la supresión de círculos viciosos, centrada en la promoción como objetivo de una auténtica salud mental positiva.
Este enfoque positivo de la SM debería prevalecer en todos los espacios en los que se desarrolla el hombre, particularmente, en el entorno laboral, al constituirse como el lugar donde el ser humano pasará la mayor parte de su vida. Sin embargo, es común encontrar que en las perspectivas teóricas existentes en el área ocupacional, se presenta una confusión entre el abordaje tradicional, de predominancia negativa y en todo caso reactiva, y el posicionamiento realmente positivo. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo es realizar una propuesta para el abordaje de la salud mental positiva ocupacional (SMPO), definida claramente y sustentada en fundamentos teóricos que permitan darle una adecuada consistencia.
Antecedentes del abordaje de la salud mental: la postura positiva versus negativa
El abordaje hegemónico de la SM ha sido negativo desde las primeras referencias que se tiene de este constructo. Se puede asumir negativa cualquier conceptualización de la salud que pretenda definirla a partir de la inexistencia de otra condición -ya sea enfermedad, anormalidad, o disfunción-, y evaluar su presencia por intermedio de la ausencia de indicadores negativos; así también puede considerarse negativo cualquier abordaje de la salud en el que se actúe de manera reactiva ante la presencia de enfermedad, anormalidad, disfunción, o de factores de riesgo, buscando intervenir para rehabilitar la salud, o mejor dicho, centrándose en la enfermedad, anormalidad, disfunción o factores de riesgo, para suprimir su presencia -es decir, rehabilitar la ausencia de cualquiera de estas condiciones- pero no con la finalidad de generar salud.
Consideramos que enfermedad y salud son condiciones distintas, que implican procesos diferentes y, por lo tanto, indicadores distintos y no precisamente antagónicos. En este sentido refiere Pando (2012PANDO, M. Salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. Eugenesia laboral: salud mental positiva en el trabajo. Cali: Universidad Libre Seccional Cali, 2012. p. 15-30.) que enfermedad y salud mental son dos procesos diferentes y no los opuestos de uno mismo, por tanto, los indicadores de presencia o ausencia de enfermedad son diferentes de los de salud.
Asimismo disminuir la enfermedad o superarla no lleva automáticamente a conseguir la salud; inhibir la primera y promover la segunda son metas distintas, que no necesariamente convergen. Al ser salud y enfermedad entidades distintas, con procesos e indicadores diferentes y no antagónicos, las intervenciones para desarrollar salud son distintas a las intervenciones para combatir la enfermedad.
Así, abordar una postura, en la que se deba preservar la salud mental, es asumir que la enfermedad mental tiene un cauce natural. La salud es la condición natural del ser humano; el equilibrio, el buen funcionamiento del organismo y el bienestar son la base de la vida del hombre. Por el contrario, la enfermedad, el desequilibrio, el mal funcionamiento del organismo y el malestar no tienen un cauce natural en la vida, sino que representan una alteración de la condición humana.
Al respecto señalan Reynoso y Seligson (2002REYNOSO, L.; SELIGSON, I. Psicología y salud en México. In: ERAZO, L. R.; SELIGSON, I. (Coord.). Psicología y salud. México, DF: Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. p. 13-32.) que tradicionalmente los problemas de salud-enfermedad han sido manejados partiendo de la premisa de que al curar la enfermedad se devolverá la salud. Podemos entonces comprender cómo el abordaje negativo de la salud mental centra sus tareas en la psicopatología y los trastornos mentales, en el sufrimiento, en las emociones negativas, así como en las debilidades del ser humano, y lo hace de manera reactiva con intervenciones para restituir la condición de no enfermedad o, en el mejor de los casos, busca anticiparse a la enfermedad ante la presencia de patógenos.
De esta manera, se pueden considerar negativos aquellos abordajes que definen a la salud mental como la ausencia de enfermedad mental, de trastorno o psicopatología, pero también aquellos enfoques que equiparan a la salud con la normalidad, en tanto que es la ausencia de la anormalidad lo que indica la presencia de salud; por último, también podemos considerar negativos aquellos abordajes que recurren a la rehabilitación para suprimir el déficit, pero no lo hacen con la finalidad de generar salud, sino de manera compensatoria de las carencias. Juárez (2010JUÁREZ, F. Salud y calidad de vida: marcos teóricos y modelos. Madrid: Dykinson, 2010.) señala que la rehabilitación así entendida implica asumir una postura en la cual existe una condición irreversible que determina la salud de la persona, y que se pretende aprovechar sus capacidades residuales no para combatir la enfermedad o mejorar su salud, sino para compensar funcionalmente el déficit existente.
La transición hacia una postura mixta de la salud mental
Desde hace ya varias décadas, ha existido el interés de algunas organizaciones y autores por desarrollar un posicionamiento positivo de la salud en general, así como de la salud mental. Cannon (1932CANNON, W. B. The wisdom of the body. New York: W. W. Norton & Company, 1932.) ponía énfasis en que la salud no se mide con base en la ausencia de enfermedad, por lo tanto, es necesario trabajar en el desarrollo de indicadores positivos. Sigerist (1941SIGERIST, H. Medicine and human welfare. New Haven: Yale University Press, 1941.) señalaba que las características de salud y enfermedad son diferentes y no simplemente opuestas, además de indicar que el campo de la salud debía abordar cuatro grandes tareas; siendo la principal promover la salud, seguida en orden de importancia de prevenir enfermedades, restaurar la salud, y por último la de rehabilitar, ya que solo hay que recurrir a éstas, cuando falla la generación de la salud.
Por su parte, Maslow (1954MASLOW, A. H. Motivation and personality. New York: Harper & Row, 1954., 1962MASLOW, A. H. Toward a psychology of being. New York: Harper & Row, 1962.) hacía ya referencia a una psicología positiva y recalcaba la necesidad de un abordaje que incluyera aspectos como las capacidades y potenciales humanos y la forma de desarrollarlos. Posiblemente la contribución más importante sigue siendo la de Jahoda (1958JAHODA, M. Current concepts of positive mental health. New York: Joint Commission on Mental Illness and Health, 1958.) quien propone un constructo de salud mental positiva a partir de indicadores como son las actitudes positivas, el crecimiento, desarrollo y actualización, la integración del sí mismo o de la personalidad, autonomía o autodeterminación, la percepción correcta de la realidad así como el dominio y control del entorno, en el que la ausencia de enfermedad no representa un indicador primario determinante de la salud.
Posteriormente Csikszentmihalyi (1975CSIKSZENTMIHALYI, M. Beyond boredom and anxiety. San Francisco: Jossey-Bass, 1975., 1990CSIKSZENTMIHALYI, M. Flow: the psychology of optimal experience. New York: Harper and Row, 1990.) hace referencia a un estado mental de flujo, en el cual el ser humano es capaz de lograr una completa inmersión en las actividades que ejecuta, enfocando la energía, de tal forma que implica un sentimiento de estar absorto en la tarea, y de éxito en la realización de la misma, un estado que puede presentarse durante la realización de cualquier actividad -como es el trabajo- y que se correlaciona altamente con el bienestar subjetivo y la satisfacción con la vida, ya que al experimentar este estado en actividades tan habituales como es el trabajo, la felicidad no depende únicamente de momentos aislados en los que se presenten grandes logros o experiencias extraordinarias, sino que se presenta una continua sensación de éxito y satisfacción. A su vez Antonovsky (1979ANTONOVSKY, A. Health, stress and coping. San Francisco: Jossey-Bass, 1979.) señala la necesidad de investigar sobre factores salutogénicos que intervienen en la generación de salud y hace referencia a la existencia de una salud positiva, enfocándose de manera expresa en la promoción de la salud.
Asimismo la aportación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1984OIT - ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Factores psicosociales en el trabajo: naturaleza, incidencia y prevención. Ginebra, 1984.) parece ser uno de los primeros antecedentes del abordaje positivo de la salud mental en el ámbito ocupacional por hacer referencia a que los indicadores de bienestar y estado de salud mental “positivo” son un ámbito poco explorado y por destacar la necesidad de desarrollar indicadores positivos como ingeniosidad y creatividad, aptitud para resolver los problemas, fuerza del ego, adaptabilidad, sociabilidad, amor propio, introversión/extroversión, actitud positiva/negativa respecto al futuro, resistencia psicológica y control interno/externo, así como desarrollar los métodos para su determinación. Por su parte en 1989, Pando (apud Pando et al., 2006PANDO, M. et al. La salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. (Ed.). Factores psicosociales y salud mental en el trabajo. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2006. p. 84-100.) propone lo que llama indicadores de calidad de la salud mental, contextualizándolos en el ambiente ocupacional, señalando algunos como la conciencia social, capacidad de transformar la realidad, autoestima, proyecto de vida, creatividad, grupalidad y redes sociales, así como capacidad para dar y recibir afecto entre otros.
Más recientemente, Ashmos y Duchon (2000ASHMOS, D. P.; DUCHON, D. Spirituality at work: a conceptualization and measure. Journal of Management Inquiry, Thousand Oaks, v. 9, n. 2, p. 134-145, 2000.) refieren que el ambiente laboral representa una fuente principal de sentido de comunidad, un vínculo consistente con otras personas, con la necesidad humana, de conexión y contribución, y proponen la existencia de una espiritualidad en el trabajo compuesta por aspectos como son las condiciones de comunidad, la comunidad de la unidad de trabajo, los valores positivos de la organización y de la unidad de trabajo, el significado del trabajo, la vida interna del individuo, la contemplación, las conexiones con otros y la responsabilidad personal. Asimismo las virtudes y fortalezas humanas propuestas por Peterson y Seligman (2003PETERSON. C.; SELIGMAN, M. E. P. Positive clinical psychology. In: ASPIN-WALL, L. G.; STAUDINGER, U. M. (Ed.). A psychology of human strengths: perspectives on an emerging field. Washington, DC: American Psychological Association, 2003. p. 305-317.) como son la curiosidad, el amor por el aprendizaje, el pensamiento crítico, la creatividad, la perspectiva, la valentía, la perseverancia, la integridad, la vitalidad, la capacidad de amar y ser amado, la generosidad, la inteligencia emocional, el civismo, el sentido de justicia, el liderazgo, la capacidad de perdonar, la humildad, la prudencia, el autocontrol, la apreciación de la belleza, la gratitud, la esperanza, el sentido del humor y la espiritualidad, cuya práctica cotidiana representa una vía para la felicidad (Seligman, 2002SELIGMAN, M. E. P. Authentic happiness: using the new positive psychology to realize your potential for lasting fulfillment. New York: Free Press, 2002.).
De igual forma Pando et al. (2006PANDO, M. et al. La salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. (Ed.). Factores psicosociales y salud mental en el trabajo. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2006. p. 84-100.) proponen el modelo eugenésico de salud mental en el trabajo, señalando como componentes la autoestima, las redes sociales de apoyo, el workengagement, locus de control, proyecto de vida, creatividad, optimismo, perseverancia, conciencia social, placer, capacidad para transformar la realidad, capacidad para dar y recibir afecto, entre otros. A su vez Seligman (2011SELIGMAN, M. E. P. Flourish: a visionary new understanding of happiness and well-being. New York: Free Press, 2011.), con su modelo PERMA propone cinco elementos fundamentales para lograr el bienestar: emociones positivas, vida con compromiso, relaciones positivas, vida con significado y sentido de logro. Basado en este concepto Buttler y Kern (2016BUTLER, J.; KERN, M. L. The PERMA-Profiler: a brief multidimensional measure of flourishing. International Journal of Wellbeing, Adelaide, v. 6, n. 3, p. 1-48, 2016.) llevaron el modelo PERMA del ámbito general al ámbito del trabajo y añadieron además el cultivo de la salud como sexto elemento.
Si bien la mayoría de estas aportaciones abordan el tema en el ámbito general y no en el ocupacional, o representan solamente aspectos parciales de lo que creemos que debe entenderse por una SMPO, debemos reconocer que han abierto camino hacia un nuevo abordaje desde un posicionamiento más positivo, no obstante, ese proceso no se ha concretado, favorece la generación de propuestas intermedias o mixtas entre ambos enfoques (Figura 1).
Si bien ha quedado más o menos claro que las intervenciones remediales corresponden al enfoque negativo de la SM, sigue existiendo controversias respecto a la promoción y prevención, y en la práctica se ha asumido que las intervenciones preventivas corresponden a un abordaje positivo; consideramos que las perspectivas negativas se centran en la enfermedad, por lo tanto -de manera reactiva- en su prevención o remedio, en factores protectores o factores patógenos, mientras que una perspectiva auténticamente positiva debe centrarse en la salud, por ende en su generación, en factores promotores, salutógenos o eugenésicos.
Aportación de la psicología positiva a un enfoque eugenésico de la salud mental
Los esfuerzos realizados durante las últimas décadas para lograr desarrollar una conceptualización positiva de la salud mental incluyen la elaboración de distintas teorías y modelos psicológicos, uno de ellos es la psicología positiva, postura que surgió como un intento de consolidar un abordaje positivo de la psicología en general. Sin embargo, se requiere extender sus alcances a los diversos ámbitos de desenvolvimiento humano, entre ellos el ambiente laboral. Nos encontramos en una etapa de transición que aún no se ha concretado y podemos observar como en muchas de estas propuestas se sigue considerando la ausencia de psicopatología o trastorno mental como principal indicador de la presencia de salud mental. Otras propuestas muestran de manera tácita un enfoque reactivo en el cual, ante la presencia de patología o de factores de riesgo, se busca intervenir dejando de lado la verdadera promoción de la salud al devolver el foco de atención a la preservación y la restauración de la no enfermedad.
Dada la naturaleza del tema de la salud mental se hace necesario por cuestión de orden analizar también el tema del abordaje de la salud en general, al hacerlo además de manera cronológica. Por una parte debido a que se trata de una unidad conceptual del constructo de SMPO, por otra, a causa de los debates teóricos y del progreso en la consolidación de su conceptualización se encuentran subordinados al abordaje de la salud en general.
A continuación se muestran algunas de las aproximaciones al constructo positivo de salud mental -se incluyen también acercamientos al área de la salud en general- las cuales hemos reclasificado de acuerdo a los criterios expuestos acerca de lo que consideramos constituir un abordaje auténticamente positivo de la salud mental (Cuadro 1).
Necesidad de un modelo teórico para el abordaje positivo de la salud mental en el trabajo
Actualmente no existe un constructo de SM con un enfoque positivo en el ámbito ocupacional. A más de cien años de estudios sobre la SM, los avances para llegar a un consenso respecto a su conceptualización parecieron ser insuficientes; el disenso en cuanto a su abordaje y sus componentes no ha permitido unificar criterios en un constructo que sea claro en términos científicos y operativamente útil, lo que dificulta a su vez el progreso en cuanto al establecimiento de estándares para su medición ya que estos quedan determinados por la propia conceptualización de la salud mental.
Existe una diversidad de aproximaciones al tema y cada vez se le reconoce mayor importancia a la SM en los distintos ámbitos en que se desenvuelve el ser humano, destacando el área laboral. No obstante, el principal abordaje de esta cuestión ha sido desde una perspectiva negativa, y poco desarrollo se le ha dado desde un enfoque positivo, pero aún menor atención se le ha brindado al abordaje positivo en el ámbito ocupacional (Pando, 2012PANDO, M. Salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. Eugenesia laboral: salud mental positiva en el trabajo. Cali: Universidad Libre Seccional Cali, 2012. p. 15-30.; Pando et al., 2006PANDO, M. et al. La salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. (Ed.). Factores psicosociales y salud mental en el trabajo. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2006. p. 84-100.).
Así, la mayoría de las aproximaciones a la conceptualización de la salud mental asumen de manera reactiva un abordaje negativo, enfocado a la psicopatología, a los trastornos mentales, a los agentes patógenos y -recientemente- a los inmunógenos, mientras que son aun pocas las aproximaciones que abordan el tema desde una perspectiva verdaderamente positiva, y escasas las desarrolladas específicamente para el ámbito ocupacional. Asimismo en esta área es prácticamente nulo el desarrollo de instrumentos válidos y fiables para su evaluación, ya que estos quedan restringidos a la conceptualización de la salud mental.
Consideramos que es necesario un abordaje auténticamente positivo de la salud mental, enfocado en la salud y su promoción, en factores salutógenos o eugenésicos; que sea aplicable al ámbito laboral, dado que el trabajo representa una de las actividades más importantes para el hombre no solo por tratarse de un medio de subsistencia, sino porque se le dedica gran parte del tiempo durante la vida productiva (Pando, 2012PANDO, M. Salud mental positiva. In: PANDO, M. et al. Eugenesia laboral: salud mental positiva en el trabajo. Cali: Universidad Libre Seccional Cali, 2012. p. 15-30.; Portero, 2012PORTERO, G. ¿Qué es la salud mental? In: VELÁZQUEZ, M. La salud mental de las y los trabajadores. Madrid: Wolters Kluwer, 2012. p. 101-128.), por lo que se trata de una de las circunstancias que más influye en la salud mental de las personas.
No es nuestra intención obviar la importancia de las intervenciones preventivas y remediales, sin embargo debemos dejar claro que un verdadero enfoque positivo de la salud mental se centra en la promoción, ya que esta se ocupa de los determinantes de la salud, mientras que la prevención o remedio se concentra en las causas de la enfermedad; en otras palabras, la promoción es el auténtico objeto de la salud mental positiva.
Se requiere entonces tener un constructo teórico claro y operativamente útil de salud mental como fuerza positiva. Por tales motivos se propone este modelo para abordar la salud mental ocupacional desde un enfoque auténticamente positivo con una perspectiva salutogénica; no desde la rehabilitación que supone la recuperación del estado de normalidad, ni desde la prevención que considera el curso natural de la enfermedad, sino desde una postura eugenésica que implica la promoción de la salud mental.
Modelo para el abordaje de la salud mental positiva ocupacional
Nuestro modelo teórico para el abordaje de la SMPO parte desde la psicología positiva, ya que aborda aspectos como el bienestar psicológico, la felicidad, así como las fortalezas y virtudes humanas. Asimismo toma en cuenta aportaciones del humanismo como lo es el desarrollo de capacidades y potencialidades humanas, pero a su vez se basa en las contribuciones de la salutogénesis para la generación de círculos virtuosos de creación e incremento de la salud. Por último, se toma en cuenta el enfoque ambiental como base para promover la salud mental en distintos contextos como es el ámbito ocupacional (Figura 2).
La negación de una condición (en este caso la enfermedad mental, trastorno mental, psicopatología o disfunción) es dejada de lado como un eje central para definir la salud mental en este modelo teórico. Este modelo no se basa en la normalidad estadística, social o reglamentaria para concebir la SMPO, sino que la salud mental positiva ocupacional se define a partir de sus propias características y no a partir de la ausencia de otras cualidades ajenas a ella.
Debemos mencionar también que desde nuestra perspectiva, la salud mental no es estática, sino dinámica, por lo que es algo que cada individuo posee en mayor o menor grado, y en este sentido podemos hablar de salud mental en mayor o menor cantidad y calidad. La salud mental conceptualizada desde un enfoque auténticamente positivo no se orienta a la enfermedad, sino que se centra en indicadores positivos de salud (Figura 3).
La salud y la enfermedad no representan opuestos de un mismo continuo, sino que son entidades diferentes, con procesos distintos y, por lo tanto, indicadores distintos y no precisamente antagónicos. De esta manera suprimir la enfermedad no garantiza la generación de salud, por lo que las intervenciones orientadas a promover la salud mental deberán ser distintas a las intervenciones para suprimir o prevenir la enfermedad; superar el malestar no conlleva automáticamente a conseguir el bienestar; reducir el malestar e incrementar el bienestar son dos metas no necesariamente convergentes, por lo que se busca la generación de círculos virtuosos y no la supresión de círculos viciosos.
Es así que una verdadera aproximación positiva debe ser proactiva y partir desde una postura salutogénica o eugenésica, enfocada primordialmente en la generación de círculos virtuosos y no en la supresión de círculos viciosos; centrada en la promoción de la salud mental, con el objetivo de mejorar la calidad de vida y propiciar un mayor bienestar.
Asimismo consideramos que el trabajo influye en los cambios de salud mental de las personas por el gran tiempo que lo dedican durante la vida laboral. En este sentido, el ambiente ocupacional es propicio para promocionar la salud mental de los trabajadores si abordamos el trabajo como fuente de bienestar y satisfacción.
Propuesta de constructo de salud mental positiva ocupacional
Después de revisar y analizar los componentes teóricos e indicadores más representativos de la salud mental desde un abordaje positivo, pero que además pudieran ser aplicables al ámbito ocupacional, y una vez decantados, reconceptualizados y transpolados aquellos que fue necesario, se infiere la existencia de seis principales aspectos positivos de la salud mental ocupacional, por lo cual proponemos el siguiente constructo teórico de salud mental positiva ocupacional (Figura 4).
En el Cuadro 2, se muestran las definiciones conceptuales y operativas de cada uno de los seis aspectos de la salud mental positiva ocupacional.
Estos seis aspectos se despliegan a su vez en cuatro dimensiones: la cognitiva, la socioafectiva, la comportamental y la espiritual. Cada dimensión posee una función distinta. La dimensión cognitiva se refiere a la forma como son percibidos los estímulos en el ámbito ocupacional, es decir, al conjunto de información, creencias y opiniones que el sujeto posee sobre el trabajo y sus condiciones bajo las cuales se realiza el mismo; la dimensión comportamental hace referencia a las tendencias, disposiciones o intenciones conductuales ante los estímulos percibidos en el ambiente ocupacional; la dimensión socioafectiva se define como el conjunto de emociones, sentimientos y actitudes ante los estímulos percibidos en el ambiente de trabajo, que permiten al sujeto relacionarse intra e interpersonalmente; por último el componente espiritual se refiere a la capacidad del sujeto en comprender el sentido y significado del trabajo, así como a los aspectos del mismo que le permitan tener un sentido de trascendencia a través de su labor.
Cabe mencionar que debido a las características propias de cada uno de los seis aspectos, estos pueden tener mayor carga de alguna de estas dimensiones.
En el Cuadro 3, se muestran las definiciones operativas de cada una de las cuatro dimensiones de la salud mental positiva ocupacional.
Conclusiones e implicaciones prácticas
A partir de la revisión teórica, podemos concluir que el concepto de SM se encuentra en una transición que no sólo ha polarizado el concepto al definirlo o bien desde un posicionamiento negativo o positivo, surgiendo un tercer enfoque al que denominamos mixto. Esto puede ser útil a quien se interesa en el estudio de la salud mental, puesto que le ofrece una clasificación de la conceptualización que han realizado diversos autores.
El análisis también aporta elementos para la reflexión del concepto, señalando las debilidades que en la actualidad el vacío teórico y la escasa definición conceptual y operativa ofrecen al abordaje de la salud mental desde el ámbito ocupacional.
La propuesta del modelo ofrece la oportunidad de redimensionar la SMPO y generar instrumentos para su medición, como el diseñado por Vázquez-Colunga, Pando-Moreno y Colunga-Rodríguez (2017VÁZQUEZ-COLUNGA, J. C.; PANDO-MORENO, M.; COLUNGA-RODRÍGUEZ, C. Psychometric properties of OPMH-40, a survey for the evaluation of the Occupational Positive Mental Health. Psychology, Irvine, v. 8, n. 3, p. 424-435, 2017.) al cual denominaron SMPO-40 (OPMH-40 por sus siglas en inglés). Asimismo esta propuesta de modelo teórico presenta la opción de generar programas de intervención bajo esta perspectiva auténticamente positiva.
Por otra parte, la aplicación práctica del modelo, desde la parte teórica-conceptual, metodológica e instrumental, proporciona criterios para el desarrollo de indicadores positivos para mejorar la calidad de vida laboral en distintos colectivos de trabajadores.
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Fechas de Publicación
- Publicación en esta colección
Apr-Jun 2017
Histórico
- Recibido
09 Set 2016 - Acepto
10 Abr 2017