Resumen
El objetivo de este estudio fue explorar la asociación entre los niveles de soledad percibida y el acceso a Internet en personas sin hogar. La muestra estuvo compuesta por un total de 129 personas sin hogar que asistieron a un albergue en Monterrey, México (n=129). Para medir las variables del estudio (uso de Internet y niveles de soledad de las personas sin hogar que asisten a albergues) se administró un cuestionario a cada participante, que contenía tres secciones principales: (1) datos de control; (2) uso de Internet y tecnologías de información; y (3) niveles de soledad social y emocional. Los resultados mostraron que: (1) los niveles de soledad están muy por encima del promedio reportado en estudios con otras poblaciones vulnerables; (2) el 51.9% de los participantes han usado Internet en algún momento y lo usan principalmente para contactar a familiares y amigos; y (3) existe una diferencia nominal, aunque no estadísticamente significativa, entre los niveles de soledad de los que usan Internet y los que no. Los resultados de esta investigación sugieren que proporcionar acceso a Internet en los albergues tiene potencial de impactar positivamente la calidad de vida de sus beneficiarios.
Palabras clave:
Personas sin Hogar; Albergue; Soledad; Internet
Introducción
La necesidad de socialización y el uso de herramientas son dos de las características fundamentales del ser humano. El grupo brinda protección y las herramientas facilitan la solución de problemas. El desarrollo tecnológico ha permitido el uso cotidiano de herramientas sociales que facilitan la interacción entre las personas y el acceso a la información. Las herramientas sociales como Facebook, Twitter y WhatsApp son utilizadas diariamente por millones de personas alrededor del mundo. Esas herramientas facilitan los procesos de comunicación y el acceso a información valiosa para resolver problemas, aprender y divertirse. El uso adecuado de esas tecnologías puede ayudar en la economía y en la salud física y emocional de las personas. Sin embargo, aún existe una brecha digital importante. Un porcentaje considerable de personas no tienen acceso a Internet y, por lo tanto, no tienen acceso a dichas herramientas.
Los llamados grupos vulnerables, como las personas sin hogar, están entre los conglomerados con mayores posibilidades de no acceder a las ventajas que brindan Internet y las herramientas sociales. Para las personas en situación de calle, el acceso a las tecnologías de información tiene el potencial de facilitarles la vida en sociedad. Con el fin de conocer si dicho potencial se traduce en mejoras en la calidad de vida de las personas, se presenta una investigación que tuvo como objetivo identificar una posible asociación entre el acceso a Internet y los niveles de soledad percibidos por las personas sin hogar.
Personas en situación de calle
Las personas en situación de calle, es decir, quienes viven sin un hogar o infraestructura apropiada para pasar la noche, son una población en circunstancias de alta vulnerabilidad y exclusión social. De acuerdo con Rubio (2007RUBIO, F. J. Ciudadanos y ciudadanas altamente estigmatizados y/o excluidos: las “personas sin hogar”. Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, Barcelona, v. 15, p. 177-191, 2007.), el fenómeno de las personas sin hogar no sólo conlleva la exclusión residencial, sino que se centra en el plano convivencial, relacional, familiar, personal, asistencial y cultural. Se refiere a la carencia de recursos y de participación social, así como la falta de lazos comunitarios y redes de apoyo. En muchos casos hay una ruptura de vínculos con familia y amigos. Para comprender el problema, hay que abordarlo desde un punto de vista integral, no solamente como una carencia de bienes materiales (estar “sin techo” o “sin casa”), sino tomar en cuenta también los procesos de exclusión y desvinculación social asociados.
Independientemente de la circunstancia de origen, la carrera por la supervivencia diaria lleva a las personas sin hogar a enfocarse en conseguir comida, ropa y aseo. Sin embargo, esas necesidades no son suficientes para explicar las carencias de ese grupo poblacional, en la medida que falta añadir las profundas sensaciones de soledad, depresión y miedo derivadas de la exclusión social (Rokach, 2005ROKACH, A. Private lives in public places: loneliness of the homeless. Social Indicators Research, Nova York, v. 72, p. 99-114, 2005.).
La calidad de vida es explicada desde diferentes modelos teórico-metodológicos, en los cuales destacan dos tendencias, una objetiva y la otra subjetiva (García-Viniegras, 2005GARCÍA-VINIEGRAS, C. R. V. El bienestar psicológico: dimensión subjetiva de la calidad de vida. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, Ciudad de México, v. 8, n. 2, p. 1-20, 2005.). En la primera, la calidad de vida se mide por una serie de variables objetivas externas relacionadas con la salud, las características sociodemográficas, la educación y la economía: nutrición, servicios de salud, esperanza de vida, mortalidad infantil, acceso a la escolaridad, índice de analfabetismo, ingresos per cápita, producto nacional bruto y el índice de delincuencia, entre otros. Por otro lado, en la tendencia subjetiva, la calidad de vida se mide en función de la percepción que tiene el sujeto de su propia situación.
Si bien existe un vasto acervo de literatura científica relacionado con variables objetivas como la salud física, el abuso de sustancias y los problemas de salud mental en las personas sin hogar, hay pocas investigaciones que, hasta la fecha, se hayan centrado en la dimensión subjetiva de la calidad de vida. Los indicadores objetivos de la calidad de vida (por ejemplo, ingresos, salud o empleo) a menudo no son suficientes explicaciones de las experiencias de los individuos y de su capacidad para hacer frente a cambios abruptos y circunstancias negativas de la vida (Hubley et al., 2014HUBLEY, A. M. et al. Subjective quality of life among individuals who are homeless: a review of current knowledge. Social Indicators Research, [S.l.], v. 115, p. 509-524, 2014.).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la calidad de vida como “la percepción de un individuo de su posición en la vida en el contexto cultural y del sistema de valores en el que vive, con relación a sus metas, expectativas y preocupaciones” (Botero de Mejía; Pico Merchán, 2007BOTERO DE MEJÍA, B. E.; PICO MERCHÁN, M. E. Calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) en adultos mayores de 60 años: una aproximación teórica. Revista Hacia la Promoción de la Salud, Manizales, v. 12, p. 11-24, 2007., p. 12). Esa definición de la calidad de vida enfatiza la naturaleza subjetiva de la misma y pone de relieve los factores que potencialmente explican las discrepancias entre una evaluación objetiva de las circunstancias de vida de un individuo y su propia autoevaluación.
Soledad social y emocional
El nivel de soledad percibido es uno de los principales indicadores de bienestar social y la calidad de vida desde su dimensión subjetiva (De Jong Gierveld, 1987DE JONG GIERVELD, J. Developing and testing a model of loneliness. Journal of Personality and Social Psychology, Washington, DC, v. 53, n. 1, p. 119-128, 1987.). Refleja una evaluación individual de la participación social o aislamiento. Según Perlman y Peplau (1981PERLMAN, D.; PEPLAU, L. A. Toward a social psychology of loneliness. In: GILMOUR, R.; DUCK, S. (Ed.). Personal relationships in disorder. Londres: Academic Press, 1981. p. 31-56.), la soledad es una experiencia desagradable que ocurre cuando la red social de una persona es deficiente en algún aspecto importante, ya sea en términos cuantitativos o cualitativos. Para De Jong Gierveld y Van Tilburg (2006DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. A 6-item scale for overall, emotional, and social loneliness: confirmatory tests on survey data. Research on Aging, Thousand Oaks, v. 28, n. 5, p. 582-598, 2006.), la soledad es la expresión de sentimientos negativos por extrañar algún tipo de relación a cualquier edad. Sin embargo, existen muchos factores que pueden ocasionar que una persona, en una situación determinada, se pueda sentir sola mientras que otra pueda sentirse suficientemente integrada. Eso es así porque la soledad es una experiencia subjetiva y negativa (De Jong Gierveld; Keating; Fast, 2015DE JONG GIERVELD, J.; KEATING, N.; FAST, J. E. Determinants of loneliness among older adults in Canada. Canadian Journal on Aging, Maple, v. 34, n. 2, p. 125-136, 2015.).
De acuerdo con la revisión de Jong Gierveld y Van Tilburg (2006DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. A 6-item scale for overall, emotional, and social loneliness: confirmatory tests on survey data. Research on Aging, Thousand Oaks, v. 28, n. 5, p. 582-598, 2006.), entre los factores determinantes de la soledad percibida se encuentran: la presencia o ausencia de pareja, el tamaño y funcionamiento de las relaciones familiares, rasgos de personalidad, género y salud. Otros estudios sugieren la influencia de variables demográficas como la edad, las circunstancias económico-sociales, las condiciones de vivienda y la calidad de las relaciones interpersonales (De Jong Gierveld, 1987DE JONG GIERVELD, J. Developing and testing a model of loneliness. Journal of Personality and Social Psychology, Washington, DC, v. 53, n. 1, p. 119-128, 1987.; Victor et al., 2005VICTOR, C. R. et al. The prevalence of, and risk factors for, loneliness in later life: a survey of older people in Great Britain. Ageing and Society, Cambridge, v. 25, n. 6, p. 357-375, 2005.).
Weiss (1973WEISS, R. Loneliness: the experience of emotional and social isolation. Cambridge: MIT Press, 1973.) hace una distinción entre soledad social y soledad emocional. Soledad emocional se refiere a la ausencia de una relación íntima o cercana con apego emocional, por ejemplo, un mejor amigo. Por su parte, soledad social se refiere a la ausencia de grupos de contacto más amplios o una red social comprometida (por ejemplo, amigos, compañeros, vecinos). Una persona divorciada puede experimentar soledad emocional y un adolescente que cambia de ciudad puede padecer de soledad social.
Investigaciones anteriores sugieren que las personas sin hogar tienden a manifestar una baja calidad de vida percibida, comparadas con el resto de la población (Hubley et al., 2014HUBLEY, A. M. et al. Subjective quality of life among individuals who are homeless: a review of current knowledge. Social Indicators Research, [S.l.], v. 115, p. 509-524, 2014.). Considerando que el nivel de soledad percibido es uno de los principales indicadores de la calidad de vida subjetiva (De Jong Gierveld; Van Tilburg, 2006DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. A 6-item scale for overall, emotional, and social loneliness: confirmatory tests on survey data. Research on Aging, Thousand Oaks, v. 28, n. 5, p. 582-598, 2006.), se puede inferir que las personas sin hogar tienden a percibir mayores niveles de soledad.
D’Amore et al. (2001D’AMORE, J. et al. The epidemiology of the homeless population and its impact on an urban emergency department. Academic Emergency Medicine, Filadélfia, v. 8, n. 11, p. 1051-1055, 2001.) reportaron que las personas sin hogar presentan tendencias mucho mayores hacía el aislamiento social percibido en comparación con quienes viven bajo un techo, 81% versus 11%. En dicho estudio, el concepto de aislamiento social fue definido como la ausencia de contactos sociales significativos con otras personas fuera de la situación de calle durante el transcurso de una semana.
Uso de tecnologías de información
Las nuevas tecnologías de información y comunicación son capaces de romper las barreras del tiempo y el espacio (Pi; Chou; Liao, 2013PI, S.; CHOU, C.; LIAO, H. A study of Facebook groups members’ knowledge sharing. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 29, n. 5, p. 1971-1979, 2013.), que son atributos propios de la sensación de aislamiento. Sin embargo, el rápido progreso de los medios de comunicación tecnológica también ha supuesto una mayor preocupación por lo que podría significar una ampliación de la brecha digital que separa a las poblaciones menos favorecidas, como es el caso de las personas sin hogar (Malgesini; González, 2005MALGESINI, G.; GONZÁLEZ, N. Cumbre de Lisboa: estrategia europea de inclusión social. Madri: Fundación Luis Vives, 2005.).
Según Eyrich-Garg y Rice (2012EYRICH-GARG, K. M.; RICE, E. Cyber behavior of homeless adolescents and adults. In: YAN, Z. (Ed.). Encyclopedia of cyber behavior. Hershey: Information Science Reference, 2012. p. 284-291.), uno de los estereotipos más comunes asociados a las personas sin hogar es que no tienen acceso a tecnologías de información. Se asume que, aunque ellos pudieran obtener acceso, esos sujetos no tienen las habilidades necesarias para utilizar el recurso. Sin embargo, la literatura científica enfocada en el uso de Internet ha identificado que tanto adultos como adolescentes de esas poblaciones utilizan el Internet a través de bibliotecas, albergues, agencias de servicio social y teléfonos móviles (Eyrich-Garg, 2010EYRICH-GARG, K. M. Mobile phone technology: A new paradigm for the prevention, treatment, and research of the non-sheltered “street” homeless? Journal of Urban Health, Cary, v. 87, p. 365-380, 2010.; Redpath et al., 2006REDPATH, D. P. et al. Internet access and use among homeless and indigent drug users in Long Beach, California. CyberPsychology & Behavior, Nova Rochelle, v. 9, n. 5, p. 548-551, 2006.). La revisión de literatura realizada por Eyrich-Garg y Rice (2012EYRICH-GARG, K. M.; RICE, E. Cyber behavior of homeless adolescents and adults. In: YAN, Z. (Ed.). Encyclopedia of cyber behavior. Hershey: Information Science Reference, 2012. p. 284-291.) señala que el uso de Internet entre las personas en situación de calle en los países desarrollados se sitúa entre 19% y 47% de los adultos y entre 84% y 93% de los adolescentes. Uno de los principales canales de acceso a Internet para ese grupo es el teléfono móvil (Rhoades et al., 2017RHOADES, H. et al. No digital divide? Technology use among homeless adults. Journal of Social Distress and the Homeless, Londres, v. 26, p. 73-77, 2017.). Sin embargo, los estudios también identifican las dificultades que tiene ese grupo de sacar completo provecho a la tecnología, principalmente debido a que no disponen de alguien que les explique o muestre todo lo que los dispositivos pueden hacer (Neale; Stevenson, 2014NEALE, J.; STEVENSON, C. Homeless drug users and information technology: a qualitative study with potential implications for recovery from drug dependence. Substance Use & Misuse, Monticello, v. 49, n. 11, p. 1465-1472, 2014.).
Entre los usos más comunes que las personas sin hogar dan a Internet están la obtención de empleo y albergue, búsqueda de servicios sociales y entretenimiento (Eyrich-Garg; Rice, 2012EYRICH-GARG, K. M.; RICE, E. Cyber behavior of homeless adolescents and adults. In: YAN, Z. (Ed.). Encyclopedia of cyber behavior. Hershey: Information Science Reference, 2012. p. 284-291.; Rice; Barman-Adhikari, 2014RICE, E.; BARMAN-ADHIKARI, A. Internet and social media use as a resource among homeless youth. Journal of Computer-Mediated Communication, Washington, DC, v. 19, n. 2, p. 232-247, 2014.). Además, hay menciones a otras actividades, como la búsqueda de parejas sexuales y el consumo de drogas (Young; Rice, 2011YOUNG, S. D.; RICE, E. Online social networking technologies, HIV knowledge, and sexual risk and testing behaviors among homeless youth. AIDS and Behavior, Nova York, v. 15, p. 253-260, 2011.).
Metodología
Con el fin de determinar si existe alguna asociación entre el uso de Internet por parte de las personas sin hogar y sus niveles de soledad percibida, se diseñó una investigación de carácter cuantitativo con un alcance exploratorio. Tres preguntas se respondieron para alcanzar dicho objetivo: (1) ¿Cuál es el nivel de soledad percibido en las personas en situación de calle?; (2) ¿Cuáles son los patrones de uso de Internet de las personas en situación de calle?; y (3) ¿Existe alguna diferencia estadísticamente significativa entre los niveles de soledad percibida por las personas sin hogar que son usuarias de Internet y quienes no lo son?
Participantes
La muestra está conformada por un total de 129 participantes (n=129) que asistieron un albergue público en Monterrey (Nuevo León, México) durante los meses de febrero y marzo del año 2015. El albergue es auspiciado por la Dirección General de Desarrollo de la Familia (DIF) y recibe tanto a hombres como a mujeres mayores de edad.
La Tabla 1 muestra la composición sociodemográfica del grupo estudiado (n=129). Para efectos de comparación también se incorpora el desglose de características de los 1,264 beneficiaros que utilizaron las instalaciones del albergue durante el año anterior a la encuesta. Esa información proviene del registro de acceso del albergue y el detalle puede apreciarse en la última columna de Tabla 1.
El perfil general de la persona sin techo que usa el albergue, tanto si se cuenta a los participantes del estudio como al grueso de visitantes, está compuesto mayoritariamente por hombres (96.1%), adultos maduros -entre 35 y 60 años (67.4%)-, sanos (74.4%) y foráneos (78.3%), es decir, originarios de ciudades diferentes a las que conforman la zona conurbada de Monterrey. En cuanto a la presencia o ausencia de una fuente de dinero, como las ocupaciones informales, las proporciones están más balanceadas. El promedio de edad fue de 45 años.
Instrumento
Para medir las variables clave del estudio (uso de Internet y niveles de soledad de las personas sin hogar que asisten a albergues) se preparó un cuestionario impreso que fue aplicado individualmente a cada participante. Dicho cuestionario contenía tres secciones principales: (1) datos de control (género, edad, procedencia, actividad económica realizada, estado de salud); (2) uso de Internet y tecnologías de información (telefonía móvil, Internet, redes sociales); y (3) niveles de soledad social y emocional. Esa última sección está basada en la escala de soledad de De Jong Gierveld (De Jong Gierveld; Kamphuis, 1985DE JONG GIERVELD, J.; KAMPHUIS, F. The development of a Rasch-type loneliness scale. Applied Psychological Measurement, Saint Paul, v. 9, n. 3, p. 289-299, 1985.).
La escala de soledad de De Jong Gierveld ha demostrado ser una herramienta académicamente rigurosa para distinguir entre las diferentes causas de la soledad. Originalmente fue desarrollada en los Países Bajos para aplicarse en grandes encuestas. Sin embargo, también puede adaptarse con mucho éxito a la evaluación de intervenciones y ejercicios de medición de menor tamaño (De Jong Gierveld; Van Tilburg, 2006DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. A 6-item scale for overall, emotional, and social loneliness: confirmatory tests on survey data. Research on Aging, Thousand Oaks, v. 28, n. 5, p. 582-598, 2006.).
La escala en cuestión dispone de 11 ítems. Cada uno de los ítems tiene tres alternativas de respuesta (sí, más o menos, no). Algunas preguntas tienen redacción positiva y otras, negativa. En una pregunta negativa las alternativas “sí” y “más o menos” asignan un punto en la escala de soledad. Igualmente se asigna un punto si se marcan las alternativas “no” y “más o menos” en preguntas positivas. Por tanto, las alternativas de respuestas varían de 1=no; 2=más o menos, 3=sí. De acuerdo con recomendaciones de los autores originales de la escala, para el cálculo de las puntuaciones de soledad, las respuestas deben dicotomizarse consignando un punto a las respuestas “más o menos” o “no” de los ítems 1, 4, 7, 8 y 11 (negativos), mientras que en los ítems restantes se consigna un punto si se responde “más o menos” o “sí”.
La puntuación final obtenida es un valor entre 0 (sin soledad) y 11 (soledad extrema). Por recomendación de los autores el cuestionario no hace mención directa al término soledad.
En la Tabla 2 se muestra la traducción de la escala del holandés al español propuesta por Buz, Urchaga y Polo (2014BUZ, J.; URCHAGA, D.; POLO, M. E. Factor structure of the de Jong Gierveld loneliness scale in Spanish elderly adults. Anales de Psicología, Múrcia, v. 30, n. 2, p. 588-596, 2014.), que fue utilizada como base para esta investigación. Dicho trabajo, además de haber empleado a traductores bilingües de lengua materna española y holandesa, también fue validado por psicólogos expertos en el tema de estudio. La versión española conserva los 11 ítems originales con el mismo sistema de puntuación y el mismo formato de respuesta. Cuando se administró el instrumento se hizo vía presencial con los encuestados, con el fin de registrar las respuestas de forma fidedigna.
Procedimiento
La selección de la muestra fue no probabilística y por conveniencia, ya que se incluyó a todos los asistentes al albergue que desearan participar de manera voluntaria, previamente se les informó a los participantes de las características del estudio, obteniéndose el consentimiento informado. Se levantaron un total de 140 encuestas, 11 fueron descartadas ante la ausencia de algún reactivo.
Para aplicar las encuestas, se asistió al albergue a lo largo de dos meses alternando los días de visita. Las instalaciones reciben personas todos los días del año. Sin embargo, la tasa de retorno es elevada y ello implica que el número de beneficiarios nuevos, con respecto al día anterior, es reducido. Eso dado que, por política del albergue, cada beneficiario puede recibir apoyos de alimentación y hospedaje durante un máximo de 90 días continuos. Finalmente, puesto que algunos participantes tenían dificultades para leer y/o escribir, un miembro del equipo investigador facilitó el proceso, leyendo las preguntas y anotando sus respuestas. Esto favoreció que los participantes del estudio tuvieran la oportunidad de hablar de otras cuestiones con el entrevistador, apreciándose la necesidad de querer estar conectados con otras personas. El hecho de que una persona sea la que se encargue de administrar el cuestionario de forma presencial contribuye a reducir al máximo el sesgo en la comunicación. Cabe señalar que los cuestionarios se administraron de manera individual y con la lectura de las preguntas.
Resultados
Con el fin de facilitar la lectura de los resultados, se presentan a través de las tres preguntas de investigación.
¿Cuál es el nivel de soledad percibido en las personas en situación de calle?
Los participantes en el estudio obtuvieron una puntuación media de soledad (M) de 7.12, con una desviación estándar de 2.57. Lo cual sitúa al grupo dentro en la categoría de soledad moderada, cerca del umbral de soledad severa (8.0), según los niveles sugeridos por De Jong Gierveld y Van Tilburg (1999DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. Manual of the loneliness scale. Amsterdã: Vrije Universiteit, 1999.). La Tabla 3 contiene las puntuaciones medias de soledad segregadas en función de las características demográficas de la muestra.
El resultado del ANOVA unifactorial se presenta en la última columna y revela que el grupo de edad y el estado de salud reportan diferencias significativas en la puntuación de soledad de sus respectivas categorías. Los adultos maduros tienen un nivel de soledad relativamente inferior a jóvenes y mayores. Por su parte, los pacientes enfermos muestran puntuaciones de soledad más altas a sus contrapartes sanos.
¿Cuáles son los patrones de uso de Internet de las personas en situación de calle?
La sección de la encuesta destinada a comprender los patrones de uso de Internet y tecnologías de información se concentra en conocer: (1) la tenencia de un teléfono inteligente; (2) su experiencia como usuario de Internet; (3) las aplicaciones que utiliza; y (4) los propósitos de uso.
Se encontró que el 38.8% de los participantes afirma tener un teléfono inteligente. Asimismo, poco más de la mitad de los consultados asegura haber utilizado Internet en algún momento de sus vidas (51.9%). El desglose de dicho valor según las características demográficas de la muestra se encuentra en la Tabla 4. En términos nominales, el segmento más familiarizado con Internet es el de los adultos jóvenes, donde el 68.8% reportó haberlo usado.
Dentro del grupo de 67 individuos que alguna vez ha utilizado el Internet, 29 lo usaron por última vez durante el transcurso de ese mismo día (43.3%), 20 durante la última semana (29.9%), 11 durante el último mes (16.4%) y siete durante el último año (10.4%). Cuando se les consultó espontáneamente por las aplicaciones utilizadas, 17 sujetos mencionaron Facebook (25.4%); ocho, correo electrónico (11.9%); cinco, WhatsApp (7.5%); dos, YouTube (3%); y uno, Twitter (1.5%).
En cuanto al análisis de esos resultados por género, al no tener una muestra homogénea, ya que predominan los sujetos de sexo masculino frente al sexo femenino, no se pueden generalizar las conclusiones. Lo mismo sucede con otros grupos, en cambio donde sí se aprecia más homogeneidad en el tamaño muestral es en el factor “fuente de dinero”.
A quienes han utilizado Internet se les pidió que manifestaran espontáneamente a través de una pregunta abierta los propósitos que los llevan a conectarse. Mientras que, a quienes no lo había utilizado, se les pidió que expresaran los propósitos potenciales de utilizar Internet si tuvieran la oportunidad. Para analizar los datos recolectados se siguió el método de comparación constante de Lincoln y Guba (1985LINCOLN, Y.; GUBA, E. Naturalistic inquiry. Thousand Oaks: Sage, 1985.). Este método da inicio sin disponer de temas o categorías predefinidas. Más bien, a partir de los mismos datos surgen las categorías teóricas derivadas de un proceso de razonamiento inductivo.
Se definió a las frases como las unidades básicas de análisis, 168 en total. Luego cada frase o unidad de análisis se comparó con las otras frases para ir definiendo categorías. Cuando se encontraba que una unidad era similar a otra que ya había sido categorizada, esa se ubicaba en el mismo grupo. Por el contrario, si la unidad que se comparaba era distinta a todas las ya comparadas, se generaba una nueva categoría. Tras obtenerse suficientes casos categorizados, se declararon las características que contienen las unidades ubicadas en cada categoría, es decir, se caracterizaron las categorías. Finalmente, se revisó cada una para asegurar su consistencia y hacer cualquier ajuste correspondiente. Una vez agrupadas las unidades, se dio nombre a los temas.
La Tabla 5 contiene el producto del análisis de contenido, expresado como el número de unidades a cada tema en las categorías de uso y el porcentaje total de sujetos que los mencionan. Se identificaron cuatro propósitos principales del uso del Internet. A continuación, se muestran dichos propósitos con sus respectivos ejemplos: (1) comunicarse con familia o amigos, intentaría contactar a mis dos hijos. Fui deportado de los Estados Unidos y no los he visto en años” (Entrevistado 84); (2) encontrar trabajo, me he comunicado con un maestro de obras para que me dé trabajo (Entrevistado 66); (3) aprender, me gustaría usar Internet para continuar mis estudios (Entrevistado 49); y (4) entretenerse, me gusta escuchar música (Entrevistado 56). Sin embargo, dado que también surgieron algunos otros asuntos menor recurrencia, no se pretende afirmar que todos los propósitos de uso de Internet de la población de referencia se limiten a estas cuatro categorías, sino señalar que fueron las más representativos del ejercicio.
¿Existe alguna diferencia estadísticamente significativa entre los niveles de soledad percibida por las personas sin hogar que son usuarios de Internet y quienes no lo son?
Finalmente, se completa el análisis con una regresión lineal para determinar en qué medida las características demográficas y el haber utilizado Internet en el pasado pueden ser predictores de la puntuación de soledad reportada por los participantes en el estudio. Las categorías fueron codificadas como variables dummy en términos de 0 y 1, donde 0 es la línea base de referencia a partir de la cual se determina el efecto aditivo de la otra categoría. Por ejemplo, si el género masculino es codificado con 1 y el femenino con 0, el coeficiente de regresión representa la diferencia en las puntuaciones de soledad de hombres y mujeres, manteniéndose todo lo demás constante.
Los resultados de la regresión aparecen en la Tabla 6. Para la correcta ejecución de la técnica de regresión, se corroboró que los datos no se desviaran significativamente de los supuestos de normalidad multivariada y homocedasticidad. Además, al tratarse de variables predictoras codificadas en forma binaria, no fue necesario ajustar la escala original para construir el modelo de regresión. Los adultos jóvenes (<35) son propensos a un mayor nivel de soledad con respecto al grupo de adultos maduros (entre 35 y 60). De igual forma, los sujetos que se reportan enfermos tienen un nivel de soledad mayor al de las personas sanas. El hecho de haber utilizado Internet en el pasado está asociado nominalmente a un menor nivel de soledad, pero esa diferencia no resultó estadísticamente significativa.
Discusión y conclusiones
Dado que el objetivo de la investigación implicaba analizar (1) los niveles de soledad percibida; (2) los patrones de uso de tecnologías de información; y (3) una posible relación entre ambos; la estructura de la discusión está articulada en función de esos tres constructos.
Los niveles de soledad percibida
Los participantes en el estudio obtuvieron una puntuación media de soledad de 7.12. Aunque no se detectaron otros estudios previos que aplicaran la escala de De Jong Gierveld a personas en situación de calle, los estudios sobre soledad en adultos mayores son un punto de referencia relevante para la comparación.
Se ha demostrado que los adultos mayores son un segmento vulnerable (Yang; Victor, 2011YANG, K.; VICTOR, C. Age and loneliness in 25 European nations. Ageing and Society, Cambridge, v. 31, n. 8, p. 1368-1388, 2011. ), y además han sido el grupo de estudio de múltiples investigaciones que usan la misma escala. Esos estudios reportaron puntuaciones de soledad entre 2 y 4 (Buz et al., 2014BUZ, J.; URCHAGA, D.; POLO, M. E. Factor structure of the de Jong Gierveld loneliness scale in Spanish elderly adults. Anales de Psicología, Múrcia, v. 30, n. 2, p. 588-596, 2014.; Sánchez; De Jong Gierveld; Buz, 2012SÁNCHEZ, M. M.; DE JONG GIERVELD, J.; BUZ, J. Loneliness and the exchange of social support among older adults in Spain and the Netherlands. Ageing and Society, Cambridge, v. 34, n. 2, p. 330-354, 2012.; Scharf; De Jong Gierveid, 2008SCHARF, T.; DE JONG GIERVEID, J. Loneliness in urban neighbourhoods: an Anglo-Dutch comparison. European Journal of Ageing, Berlim, v. 5, p. 103-115, 2008.). El único caso donde los niveles de soledad fueron mayores a los encontrados en este estudio (7.12) es el 7.98 que alcanzaron adultos mayores diagnosticados con depresión del estudio de Raut et al. (2014RAUT, N. B. et al. Study of loneliness, depression and coping mechanisms in elderly. Journal of Geriatric Mental Health, Maharashtra, v. 1, n. 1, p. 20-27, 2014.).
Para completar la comparación del nivel de soledad percibido, la Tabla 7 incorpora el desglose de la puntuación de soledad en función de cuatro categorías: (1) sin soledad (0-2); (2) soledad moderada (3-8); (3) soledad severa (9-10); y (4) soledad muy severa (11). En la primera fila, personas sin hogar MTY, se muestran los resultados de este estudio. Mientras que los demás apartados contienen las puntuaciones de diferentes grupos de interés, dentro de la población de adultos mayores de los Países Bajos (De Jong Gierveld; Van Tilburg, 1999DE JONG GIERVELD, J.; VAN TILBURG, T. Manual of the loneliness scale. Amsterdã: Vrije Universiteit, 1999.). En términos globales, el balance de la comparación es desfavorable para las personas sin hogar y parece confirmar que se trata de un grupo con altos niveles de soledad percibidos.
Los patrones de uso de tecnologías de información
De acuerdo con la investigación de Rhoades et al. (2017RHOADES, H. et al. No digital divide? Technology use among homeless adults. Journal of Social Distress and the Homeless, Londres, v. 26, p. 73-77, 2017.), en Estados Unidos la vasta mayoría de las personas sin hogar poseen un teléfono móvil (94%), y en más de la mitad de los casos se trata de dispositivos inteligentes. A pesar de eso, en esta investigación solamente el 38.8% contaba con un medio personal para conectarse a Internet. Esa amplia diferencia puede estar asociada a que la población en países desarrollados tiene mayor acceso a la tecnología con respecto a naciones en desarrollo, y esas diferencias posiblemente persisten en diversos estratos socioeconómicos.
No se identificaron estudios previos sobre los patrones de uso de Internet en personas sin hogar para economías en desarrollo. Tampoco se estima conveniente comparar de forma directa los porcentajes de uso de los estudios que hacen referencia a países desarrollados, porque los conceptos iniciales de uso y acceso pueden variar según el diseño de cada investigación. Sin embargo, se destacan resultados comunes como que la prevalencia de uso es superior en los usuarios más jóvenes (Rhoades et al., 2017RHOADES, H. et al. No digital divide? Technology use among homeless adults. Journal of Social Distress and the Homeless, Londres, v. 26, p. 73-77, 2017.).
Cuando se trata de comparar los propósitos de uso de Internet, los resultados del presente estudio coinciden con las investigaciones anteriores (Eyrich-Garg; Rice, 2012EYRICH-GARG, K. M.; RICE, E. Cyber behavior of homeless adolescents and adults. In: YAN, Z. (Ed.). Encyclopedia of cyber behavior. Hershey: Information Science Reference, 2012. p. 284-291.; Rice; Barman-Adhikari, 2014RICE, E.; BARMAN-ADHIKARI, A. Internet and social media use as a resource among homeless youth. Journal of Computer-Mediated Communication, Washington, DC, v. 19, n. 2, p. 232-247, 2014.). También hay coincidencia nominal en el orden de las categorías con el estudio de Pollio et al. (2013POLLIO, D. E. et al. Technology use among emerging adult homeless in two US cities. Social Work, Washington, DC, v. 58, n. 2, p. 173-175, 2013.), donde 56% de los participantes manifestaron que la utilización de las tecnologías estaba destinada a propósitos de comunicación, 46% reportaron usos asociados al empleo, 36% mencionaron actividades de entretenimiento y 22% hablaron de propósitos educativos.
Relación entre los niveles de soledad y los patrones de uso de Internet
Según Stepanikova, Nie y He (2010STEPANIKOVA, I.; NIE, N. H.; HE, X. Time on the Internet at home, loneliness, and life satisfaction: evidence from panel time-diary data. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 26, n. 3, p. 329-338, 2010.), la dirección de la relación entre el bienestar psicológico de un sujeto y su uso de Internet puede ser tanto positiva como negativa, dependiendo de cómo Internet tiene influencia en los procesos sociales que contribuyen a la salud mental. Si el uso de Internet facilita una coordinación de las actividades sociales y la eficiencia de las tareas diarias, como sostienen Robinson et al. (2000ROBINSON, J. P. et al. Mass media and social life among internet users. Social Science Computer Review, [S.l.], v. 18, n. 4, p. 490-501, 2000.), entonces se puede reducir el estrés y aumentar el soporte social. Por otro lado, el uso no funcional de Internet puede conducir a estados de ansiedad, depresión y adicción en sujetos de todas las edades (Odaci; Kalkan, 2010ODACI, H.; KALKAN, M. Problematic Internet use, loneliness and dating anxiety among young adult university students. Computers & Education, [S.l.], v. 55, n. 3, p. 1091-1097, 2010.; Torrente et al., 2014TORRENTE, E. et al. Association of Internet addiction with social anxiety and lack of social skills in Spanish adolescents. Terapia Psicológica, Santiago, v. 32, n. 3, p. 175-184, 2014.).
En el caso particular del tema de la soledad, los trabajos identificados señalan consistentemente una asociación positiva entre el nivel de soledad con el tiempo empleado en Internet, redes sociales y adicciones digitales (Amichai-Hamburger; Ben-Artzi, 2003AMICHAI-HAMBURGER, Y.; BEN-ARTZI, E. Loneliness and Internet use. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 19, n. 1, p. 71-80, 2003.; Pittmana; Reich, 2016PITTMAN, M.; REICH, B. Social media and loneliness: why an Instagram picture may be worth more than a thousand Twitter words. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 62, p. 155-167, 2016.; Ryan; Xenos, 2011RYAN, T.; XENOS, S. Who uses Facebook? An investigation into the relationship between the Big Five, shyness, narcissism, loneliness, and Facebook usage. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 27, n. 5, p. 1658-1664, 2011.; Stepanikova et al., 2010STEPANIKOVA, I.; NIE, N. H.; HE, X. Time on the Internet at home, loneliness, and life satisfaction: evidence from panel time-diary data. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 26, n. 3, p. 329-338, 2010.). Amichai-Hamburger y Ben-Artzi (2003AMICHAI-HAMBURGER, Y.; BEN-ARTZI, E. Loneliness and Internet use. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 19, n. 1, p. 71-80, 2003.) distinguen entre dos posibles hipótesis: (1) el uso de Internet produce soledad; y (2) aquellas personas que tienen propensión a la soledad emplean más tiempo usando Internet. Los resultados de esta última investigación respaldan la segunda opción. Los estudios de Yang (2016YANG, C. Instagram use, loneliness, and social comparison orientation: interact and browse on social media, but don’t compare. Cyberpsychology, Behavior and Social Networking, Nova Rochelle, v. 19, n. 12, p. 703-708, 2016.) y Pittmana y Reich (2016PITTMAN, M.; REICH, B. Social media and loneliness: why an Instagram picture may be worth more than a thousand Twitter words. Computers in Human Behavior, [S.l.], v. 62, p. 155-167, 2016.) encontraron que una mayor actividad de publicación e interacción en las redes sociales puede reducir el nivel de soledad, al mismo tiempo que comportamientos sistemáticos de comparación incrementan la percepción de soledad.
Esta investigación encontró una diferencia nominal, pero no estadísticamente significativa, entre los niveles de soledad percibidos de las personas sin hogar que declararon ser usuarias de Internet con respecto a quienes no lo eran. Existe una dificultad natural de comparar los resultados reportados por la población general con respecto a un grupo altamente vulnerable como las personas sin hogar, especialmente si se considera el elevado nivel de soledad de estos últimos.
Potencial terapéutico a través de las tecnologías de información
Múltiples investigaciones abordan el potencial de las nuevas tecnologías de información y comunicación para mejorar la calidad de vida de las personas sin hogar. Las propuestas de intervención van desde recuperación de adicciones (Neale; Stevenson, 2014NEALE, J.; STEVENSON, C. Homeless drug users and information technology: a qualitative study with potential implications for recovery from drug dependence. Substance Use & Misuse, Monticello, v. 49, n. 11, p. 1465-1472, 2014.), acceso a servicios e información médica (Eyrich-Garg, 2010EYRICH-GARG, K. M. Mobile phone technology: A new paradigm for the prevention, treatment, and research of the non-sheltered “street” homeless? Journal of Urban Health, Cary, v. 87, p. 365-380, 2010.; McInnes; Li; Hogan, 2013MCINNES, D. K.; LI, A. E.; HOGAN, T. P. Opportunities for engaging low-income, vulnerable populations in health care: a systematic review of homeless persons’ access to and use of information technologies. American Journal of Public Health, Nova York, v. 103, p. e11-e24, 2013. Suplemento 2.) y mejora en las relaciones sociales, comunitarias y afectivas (Rice; Milburn; Monro, 2011RICE, E.; MILBURN, N. G.; MONRO, W. Social networking technology, social network composition, and reductions in substance use among homeless adolescents. Prevention Science, Nova York, v. 12, n. 1, p. 80-88, 2011.).
En México existen albergues, tanto públicos como privados, que brindan apoyo a ese grupo vulnerable. Dichos albergues proporcionan acceso a un techo, comida, atención sanitaria y apoyo psicológico. Sin embargo, en muchos casos el acceso a Internet aún no está contemplado como un servicio básico, a diferencia de otros países. Los resultados de esta investigación sugieren que proporcionar acceso a Internet en los albergues tiene potencial de impactar positivamente en la calidad de vida de sus beneficiarios por dos razones: (1) porque se encontró que el principal propósito de uso de esas tecnologías es establecer comunicación con familiares y amigos; y (2) porque, aunque en este estudio el uso de Internet no marcara una diferencia estadísticamente significativa en los niveles de soledad percibidos, en ese caso, el acceso a Internet no estaba acompañado de soporte educativo y psicológico para sacar mejor provecho de la tecnología.
Limitaciones y estudios futuros
Los resultados de este estudio deben ser interpretados en función de sus limitaciones. En primer lugar, la muestra de 129 sujetos no es suficientemente amplia, especialmente si se desean obtener conclusiones significativas sobre segmentos subrepresentados, como las mujeres o los adultos mayores. Si bien se trata de sujetos con un perfil relevante, debido a su validez ecológica, sería deseable ejecutar estudios futuros con mediciones más amplias. También se hace evidente la oportunidad de incorporar variables más detalladas al modelo predictivo del nivel de soledad, como la frecuencia y la intensidad de uso en función de los propósitos para conectarse. Al margen de las limitaciones, se trata de un estudio de corte exploratorio que pretende ampliar la discusión en torno al potencial de las nuevas tecnologías para fomentar la inclusión de un grupo socialmente marginado.
Surge un área de oportunidad importante en el campo de las intervenciones experimentales. Se podría evaluar si el uso sistemático y longitudinal de Internet y redes sociales, acompañado de un soporte psicológico y educativo, puede mejorar el bienestar psicológico de esa población. El elevado nivel de soledad percibido, reportado en esta investigación, es un justificante mayor para la realización de dicho esfuerzo.
Agradecimientos
Este estudio no habría podido ser realizado sin el apoyo del Sistema para el Desarrollo de la Familia (DIF) Nuevo León (México). Asimismo, agradecemos la participación de las psicólogas Elisa Garza Franco, Paulina Grossmann Latofski y Ana Victoria de León por su valioso apoyo.
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08 Jun 2020 - Fecha del número
2020
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30 Jul 2019 - Acepto
19 Dic 2019